Pedro De Lorenzo y Macías
Los Arcos de San Bartolomé: su historia, sus comentarios. Memorando Civitatem Duo Pontes
¡Ya estamos en el 2022! ¡Menudas y festivas fechas! Ómicrom, dejó alguna de las suyas. Sigue conquistando terreno, doblegando el orgullo de los "defensores de su libertad", obviando las vacunas. Muchos fueron hospitalizados y unos pocos alcanzaron la muerte. ¡Son y eran jóvenes fuertes, llenos de vitalidad!
Antes de iniciar nuestra andaina, recordad las normativas sanitarias. Pensemos, aunque tengamos gran inmunidad, podemos contagiar a personas. ¡Seamos solidarios y pensemos en los demás!
Estamos en la Calle Sarmiento. Estos arcos son contrafuertes para fortalecer la estructura del Convento Jesuita, ahora convertido en Parroquia y en museo. Observamos unos garabatos: algún aspirante a La Pintura. Finalizaremos en la calle Sierra. ¡Cuidado! Hay escalones.
Don Pedro Monteagudo Piñeiro y Taboada (1633-1700), arquitecto y natural de Cerdedo. En 1685 realizó las obras del Colegio de los Jesuitas. En 1691 construyó estos bucólicos "arcos", por errores de cálculo de los empujes de la bóveda.
Referente a la escultura barroca que talló en el Convento de los Jesuitas, se basó en la fachada del Monasterio de San Juan de Poio, regentado por los benedictinos. Hubo serias controversias. Las comentaremos en la próxima reunión. Los Arcos de San Bartolomé fueron construidos posteriormente a la Iglesia, consecuencia de los errores de cálculo de los empujes de la bóveda.
¡Belleza y duende! Vemos a la derecha la pétrea fachada del Colegio de los Jesuitas y el emplazamiento del nuevo museo; distintas arquitecturas que nos muestran un lugar de ensueño.
Gracias a estos "Arcos" que actúan como contrafuertes, muy propios en la arquitectura románica, este entorno no sufrió las consecuencias del Terremoto de 1755 en Lisboa. Afectó a Tuy y a muchos pueblos.
Los dejo esta referencia; podéis ampliar información: Abel Álvarez Marinas.
Lisboa, en el siglo XVIII, era considerada como ciudad piadosa y de gran observancia del catolicismo. "Lisboa, capital de Portugal, es una de las metrópolis más antiguas de Europa; su fundación se remonta a tiempos anteriores a la de Londres, París e incluso la ciudad eterna, Roma. Hace unos 260 años era el centro de un gran imperio, y se decía que el rey portugués, José I, poseía más oro que todos los demás monarcas europeos juntos, procedente de las minas de Brasil y del comercio de esclavos de África Occidental. Nicholas Shrady: "De todas las capitales, esta era la que más se asemejaba a una ciudad de Dios en la tierra". (Cesar Noragueda).
¡Era el 1 de noviembre de 1755! Todos los ciudadanos de Lisboa asistían a misas, memorando el Día de Todos Los Santos. Existían cuarenta iglesias, noventa conventos y 130 oratorios. De pronto, rugió la tierra: un gran terremoto, 8,5 grados en la escala de Richter. Comentó Nicolás Shrady, en su libro The Last Day, sobre esta hecatombe: "de todas las capitales, esta era la que más se asemejaba a una ciudad de Dios en la tierra, que parecía el último lugar sobre el que se podía desatar la ira divina" porque "era una ciudad rebosante de devoción, cuya céntrica Plaza del Rossio servía para la quema de herejes por parte de la Inquisición".
Miles de personas fueron muertas, mutiladas. Se produjo un gran incendio, debido a las velas ubicadas para la celebración de La Festividad.
Una hora más tarde, un devastador Tsunami azotó a dicha ciudad, arrastrando muchos ciudadanos a las profundidades del Océano. Tal cantidad de agua no pudo apagar los ingentes incendios.
Hizo presencia un violento viento, ya de noche, extendiéndose el fuego por toda la ciudad. Mark Molesky, autor del libro This Gulf Of Fire, menciona: "alcanzó sobre la medianoche la categoría de tormenta de fuego y superó los 1.000 grados centígrados. La destrucción del palacio real supuso una pérdida cultural equiparable a la de la biblioteca de Alejandría".
Por si todo esto fuera poco, los criminales que habían escapado de las cárceles por las brechas abiertas en los muros debido al terremoto, hicieron de las suyas en la ciudad, aprovechando el caos y la anarquía; centenares de ellos saquearon casas, palacios e iglesias, violaron a las mujeres y asesinaron a todo aquel que se les antojó.
En 2004 se hallaron los restos de unas 3.000 personas de toda clase en una fosa común bajo el claustro de un antiguo convento lisboeta de la época, fallecidas durante el terremoto o en las horas siguientes, una pequeña cantidad de los muertos entonces, que fueron alrededor de 30.000, un 15% de la población total de Lisboa.
Según el arqueólogo Miguel Antunes, entre esos restos, encontraron pruebas de muertes por aplastamiento, por el fuego y por asesinato, y también del canibalismo.
Los prostíbulos y las autónomas del amor, situados en la parte alta de la ciudad se liberó de tales nefastas agresiones naturales. Comenta Shrady: "La gente pensaba que era una extraña demostración de la intervención divina, los burdeles resistieron y las iglesias se derrumbaron".
Estas desgracias provocaron en Europa un gran acontecimiento histórico; la gente cuestionó las causas y la naturaleza de este tipo de desastres, dejando a un lado la Intervención Divina. Para muchos pensadores del siglo XVIII, las consideraron como una manifestación de la Cólera de Dios que no era muy convincente. Estas calamidades influyeron en muchos filósofos de la ilustración europea: Voltaire, Kant.
El joven Kant apunta el movimiento en las enormes cavernas subterráneas, llenas de gases calientes, tratando de explicar que los terremotos se deben a causas naturales. Para Walter Benjamín, lo escrito por Kant, representa el principio de la geografía científica en Alemania y el comienzo de la sismología.
La escritora estadounidense Elena G. de White, una de las fundadoras de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, afirmó que este terremoto corresponde al cumplimiento de algunas profecías bíblicas (Apocalipsis 6:12 y Marcos 13:24-26).
Ante un acontecimiento tan convulsivo, se generan muchos postulados. Aún estamos sufriendo la catástrofe ocurrida en nuestra añorada "LA PALMA". Ya se va extinguiendo; pronto aflorarán sus terribles consecuencias.
¡Perdonad, amigos! Me fui de la temática. Muchos me habéis preguntado por qué estas vallas de hierro.
Este enlace nos aclara el motivo de este cierre. Muchos celebraban en estos recovecos festejos; unos pocos, se servían de ellos para consumo o venta de estupefacientes.
¡Ya finalizamos! ¡Estáis cerca de bellas plazoletas! Hay muchos típicos bares. Respetad las normativas sanitarias. ¡Salud y fortuna!
Pedro de Lorenzo y Macías.
Fotografías: © Sofía Lorenzo Gómez.
FUENTES: Mónica Jumbo, ingeniera geóloga; Cesar Noragueda,