Rodrigo Cota
Así se escribe la historia
Pontevedra, como cualquier ciudad, es el fruto de su propia Historia, conformada ésta por grandes hitos, como las guerras que sufrieron nuestros antepasados en la Edad Media, o proyectos ambiciosos, caso de la construcción de Santa María. También es el resultado de sus errores, de los personales y los colectivos, que a veces los hay.
En ese contexto histórico, la acción política tanto como la inacción, tienen lógicamente un peso notable: el alcalde que hace una labor grandiosa ejerce tanta influencia sobre el futuro de una ciudad como el que se pasa la legislatura tocándose los huevos, si bien los efectos que provoca el paso del primero serán tan beneficiosos como negativos los del otro, aunque ambos igualmente determinantes.
En algunos momentos hay gobernantes que en ese afán por pasar a la Historia, más que por pertenecer a ella, son capaces de acciones grotescas: Rivas Fontán, pongo por caso, mandó construir un monumento, la Cruz de los Caídos, en el que él mismo es uno de los héroes, que aparece confortando en los últimos suspiros a un soldado herido en el fragor de la batalla. Fontán lo sostiene entre sus brazos procurándole consuelo. Por más que Rivas Fontán lo negara; por más que el propio escultor se viese obligado a salir al paso desmintiendo la evidencia, pasarán doscientos años y nuestros descendientes seguirán viendo a Rivas Fontán en el conjunto escultórico.
De igual manera, las acciones individuales pueden ser significativas en el devenir histórico: Pontevedra no sería la que es hoy de no haber pasado por aquí Lope de Montenegro o Manuel Quiroga. Todos ellos, como Alexandre Bóbeda, Castelao, Valle-Inclán o Torrente son tan responsables de lo que somos como quienes fusilaron a Bóveda o los que gobernaron esta ciudad con el uniforme de la Falange, a quienes debemos el no ser hoy una ciudad mejor.
Quienes se encargan de hacernos ver esa realidad no tienen la responsabilidad sobre los actos de otros, pero forman parte de la Historia por el simple hecho de que nos la van contando día a día. Lo hizo Vasco de Aponte en el XVI, Claudio Gonzáles Zúñiga en el XIX o Prudencio Landín a principios el siglo pasado. Son los cronistas, quienes se encargan de contar lo que pasa y gracias a los cuales hoy sabemos quiénes somos.
Solamente por ello, celebramos el advenimiento de cualquier nuevo medio que aporte una visión diferente sobre lo que somos hoy y sobre lo que seremos mañana, que a fin de cuentas es lo que importa, ya que nuestros hijos vivirán, amarán o sufrirán esta ciudad dependiendo de lo que nosotros hagamos con ella. De la información que recibimos hoy al instante, de rabiosa actualidad, se destilará la Historia que conocerán los futuros pontevedreses.
Nuestros descendientes sabrán, como sabemos nosotros, que Rivas Fontán es el héroe de la escultura porque lo dicen las hemerotecas y gracias a que en su día los reporteros gráficos se encargaron de hacerle miles de fotografías que cualquier vecino podrá comparar en el futuro con el rostro esculpido a los pies de la cruz. Hostias, sí que es el alcade. Así se escribe la Historia.