C.L. Fontán Ruiz
Hasta más ver Ciudadanos
Es un hecho probado que, al Ciudadanos de Albert Rivera del 2019, le pasó algo parecido que al Deportivo con el penalti de Djukic del año 1994. En el que, llegados a la última jornada, un prácticamente recién ascendido, tenía que igualar el resultado que obtuviese el Barcelona contra el Sevilla para salir campeón: "Último suspiro del encuentro y penalti a favor. Si marcaban, serían campeones. Si fallaban, la Liga se iría a Barcelona". El final, es por todos conocido.
Abril de 2019, Cs obtiene 57 escaños. Noviembre del mismo año, 10 asientos. España, que en primavera había votado a la formación de centro porque era la opción menos mala, en otoño castigó la falta de decisión y de oportunidad.
Este país tiene dos realidades: competitivo en lo futbolístico y no vota a favor de un candidato, siempre vota en contra de otro.
Mi dimisión como Coordinador de Cs Pontevedra se debe, más bien, a lo que considero una falta de rigor, tanto ideológico como estratégico, por parte de la dirección. El partido que se vendía como una formación de centro liberal y que nació para regenerar la vida política, luchar contra la corrupción y aportar equipos de brillantes profesionales capaces de gobernar con eficacia y moderación. Era realmente una autentica farsa. Ese cartelito de partido liberal debe conllevar: defender la libertad individual, la igualdad ante la ley, el europeísmo, las autonomías, la separación de poderes, la economía social y de mercado, la cooperación entre países y una intervención mínima del estado en la vida económica.
Por lo tanto, ser liberal es; llegar a acuerdos con cualquier formación política, entidad o colectivo, sea de la ideología que sea (individualismo político). La política es un triángulo y los liberales no siempre tienen que estar en el centro sino que, ocasionalmente, deben aliarse con las diferentes posiciones ideológicas y así, defender lo que para mí es, en esencia, su principio básico; Fortalecer las libertades de los ciudadanos frente al poder, sea gubernamental o corporativo.
Entiendo que este es un concepto de amplio espectro y en ocasiones difuso, por no hablar de la sensibilidad histórica de esta ideología en nuestro país. Liberalismo gaditano, el trienio liberal o del liberalismo isabelino… A sabiendas de que habría que analizar los contextos históricos de cada uno de ellos.
Pero mi dimisión conlleva también un aspecto de sentido común; mi familia, mi negocio, mis amigos. Mi vida está en Pontevedra y lo que quiero es lo mejor para ellos, para mis vecinos y mi ciudad. Por lo que formar parte de un proyecto en el que no se tienen las cosas claras, iba a limitar mi radio de acción y probablemente, imponer condiciones que no querría cumplir. Por lo que cualquiera en mi lugar haría lo mismo. Dar el salto a un proyecto independiente hecho en Pontevedra, para Pontevedra y por Pontevedra.