Milagros Domínguez García
Son un corazón dentro de un uniforme
Dicen que a los amigos se les conoce cuando las cosas van mal, cuando hay problemas y dificultades, que cuando el viento sopla a favor, cuando todo está perfecto y reluciente, está cualquiera, pero ante un cambio de paso, sólo quedan los de verdad.
Después de lo que sucedió estos días en Ceuta con la entrada masiva de ciudadanos marroquíes, sin entrar a debatir las causas y los motivos de esta circunstancia, confirmé algo que ya tenía claro; con quien sí podemos contar.
Veintidós ministros y un presidente con unos astronómicos sueldos más dietas los pondría yo en el grupo de esos "amigos" que sólo están para las luces y las fotos, pero que ante la desesperanza y la desesperación, no están ni se les espera. En cambio, a quienes sin duda quiero siempre en mi equipo, a mi lado, es a este otro grupo de Soldados, Policías y Guardia Civiles, porque hay que ver lo que dan por tan poco y nunca fallan, sea cual sea el problema.
Son los más cuestionados, los más criticados, expuestos y puestos muchas veces al pie de los caballos por esa parte política que tapa sus vergüenzas tras los uniformados y no les importa darles una orden por un teléfono y castigarles por el otro sin ponerse colorados, y que a pesar de todo eso, ellos no dan un paso atrás y siempre están arrimando el hombro por los ciudadanos, también por los marroquíes, como sucedió este fin de semana.
Las imágenes en prensa y redes sociales hablan por si solas, unos en un helicóptero, viendo no se sabe muy bien que y otros a pie de playa, en el agua, cargando bebés y adolescentes, dándoles agua, cuidándoles, al mismo tiempo que habrían de protegerse de la lluvia de piedras tras los escudos, intentando dar normalidad a algo que no podían contener. Día y noche allí, sin rechistar, tragándose sus sentimientos, emociones y pensamientos, porque no olvidemos que son tan personas y ciudadanos como nosotros y lejos de ser fuerzas de represión fueron y son fuerzas de humanidad y comprensión.
Llevan en sus manos dignidad y se la dieron a esas personas a manos llenas, sin escatimar, y por ello y por más, solo puedo decirles:
¡¡ GRACIAS DE CORAZÓN!!
Sientan estas palabras mías como suyas y reciban el humilde pero sentido homenaje de quien cree que son tan necesarios como importantes, y nada da más tranquilidad que sentirles cerca.
Soy un corazón dentro de un uniforme
Soy quien callado mira al frente y de frente la adversidad, quien llora en silencio la tragedia porque sé como nadie lo que es sufrir y ver al sufrimiento teñir la vida.
Soy quien con orgullo y dignidad cada día visto mi uniforme y salgo a la calle para poder con mi trabajo proteger y cuidar.
Soy quien procura estar al nivel de las exigencias y de la dificultad, y si por ello he de recibir más golpes que abrazos, lo haré, porque soy quien, en cualquier caso, seas quien seas, me aprecies o no, estaré cuando lo necesites y me entregaré por ti sin dudar.