Pedro De Lorenzo y Macías
¡La Herrería y su entorno revindican su historia, su reconocimiento y su duende!
¡No os enojéis, piedras de nuestros antergos! Cada época impone sus criterios; hay que respetarlos. ¡Claro! ¿Podríamos expresar nuestra humilde opinión? Antes que nos contesten.., ¡NO!, la vamos a explayar.
Tenemos una magnífica Escuela de Canteros; fue una iniciativa del Monasterio de Poio; al frente, estaba el Padre Millán. Muchos de vosotros lo recordaréis, los que sois canteros; fue financiada por la Diputación. Los tiempos cambian los criterios; esta laboriosa escuela fue trasladada a otro lugar.
Nos preguntamos…, ¿por qué no se le asignó esta monada a nuestros expertos en el arte de cantería? Ellos, de base, pondrían un puente de nuestras piedras gallegas; se basarían en dibujos del antiguo puente del Burgo. En época romana se denominó Pontus Veteris o DuoPontes, que da origen al nombre de esta ciudad, Pontevedra. Encima de él, colocarían las letras, todas esculpidas en piedra; recibirían el agradecimiento del contorno de esta ubicación. En piedra gallega, resaltaría el encanto de todos estos monumentos que revindican su reconocimiento.
Estando absorto, llega el Ambrosio, el porqueiro; amigo de mi infancia.
- ¡Home! ¡Mira! ¿Non che parece o cord’aqueles que nos roubaron a flechas dos nosos indios? Tamén a gaviota, que levou meu amigo de Portonovo que, en seu catamarán, navegou polo mundo adiante.
¡Qué poco transitada! La Herrería, tranquila, silenciosa y pétrea, es acaramelada por las palomas. Nos llena vivencias felices: nosotros, nuestros hijos, y, ahora, los nietos, compran la bolsita de maíz y tratan de jugar con las pacíficas palomas.
Esta plaza destella un típico anhelo de bellos recuerdos. Los soportales enigmáticos, silenciosos, encierran gran historia de la ciudad y su meritoria aportación en la Reconquista.
Bajo ellos, el gremio de herreros (ferreiros) ubicaban sus forjas y negocios; elaboraban espadas, escudos, diferentes objetos de dureza férrea. Se hicieron famosos en la Península y otros países.
En agradecimiento Enrique IV galardonó a la ciudad con la "Feria Franca", durante 30 de día de agosto: los mercaderes y otros gremios estaban exentos de diezmos (impuestos). Hoy se celebra dos días, aumentando las arcas municipales.
Al fondo, al lado izquierdo de la imagen, estaba situada la fuente que acogía a los sacrificados peregrinos jacobeos. Tenía su acceso por la antigua Puerta de Trabancas, entrada en la zona amurallada. Los hogareños y visitantes le brindaron esta cantiga: "Pontevedra é boa vila, da de beber a quen pasa. A fonte na Ferrería, San Bartolomé, na praza".
Su denominación, tema de discusión por gobernantes de cada época. En la Edad Media era conocida como plaza de Trabancas. En 1820 la denominaron Plaza de la Herrería, en recuerdo al gremio de los herreros.
En 1854, por capricho político, Plaza de la Constitución. En el siglo XX, unos años, Plaza del Generalísimo. Los lugareños siempre la mencionaban "a nosa Ferrería". ¡Algo insólito! La voz del pueblo aniquiló la notoriedad del momento, logró que se denomine "Plaza da Ferrería". La existencia de esta plaza está documentada desde 1325-1330. Fue y es el centro de grandes actividades cívicas: hubo corridas de toros, festejos teatrales, festivales musicales, exposiciones culturales.
¡Siempre llena de nuestros recuerdos! En la actualidad acapara festejos de eventos distintos: un abeto navideño futurista. ¡Cuánto amor hay a la foresta!
¡Ahí está la fuente de la Herrería! ¡Cuántas angustias, súplicas, para que no desapareciese! El nieto de Enrique IV, Carlos V, financió la construcción de esta fuente de duende en 1537; la finalizaron en 1554.
En 1857 deciden ubicarla frente a la Facultad de Bellas Artes; la desmontaron, no realizando el traslado. Permaneció guarnecida en la Sociedad Arqueológica. Casto Sampedro, hombre culto y cuidadoso con el patrimonio histórico, luchó para conservar las Ruinas de Santo Domingo, que, las autoridades del momento, pensaban derribar. En 1928 logra ubicar esta fuente histórica en estos jardines, que llevan su nombre. Embellece la iglesia de San Francisco. Ved una muestra del gótico tardío; fue declarada monumento histórico en 1896. ¡Una estampa de duende!
Observamos el Carabela. Muchos recordamos al gran profesional de hostelería, Eloy. Su amabilidad y buen conversador nos deleitaba en aquellos vermuts con sus exquisitos calamares. Su terraza, alrededor de la plaza de La Estrella, nos podíamos sentar a la sombra de sus grandes sombrillas. Había tertulia, a la hora del café. Nuestro ilustre García Alén, conversaba, con muchos de nosotros, de la historia de esta ciudad.
Nos acompaña el pazo de los Barbeitos, conocido como la casa de las caras. Entre sus ventanales sobresalen varios medallones con caras esculpidas en piedra. ¡Nosa pedra! Las caras corresponden a personas desconocidas del Siglo XVIII. ¿Veis uno con gafas? Muy original.
En sus tiempos fue una posta, donde se relevaban los caballos de los carruajes y el cambio del correo. El más famoso de la época, se denominaba Estrella, de gran fama. Ya por su clientela, ya por la comodidad y prestigio, lo que originó el nombre de la plaza La estrella, con una fuente con fondo pétreo estelar. Logrando un ingenioso recuerdo acuático: su fuente, su plaza.
Pedro de Lorenzo y Macías.
*Fotografías: Copyright © Miguel Selas Canga.
FUENTE: Guía Acústica Turística ciudad de Pontevedra; Registrada ® Pedro de Lorenzo y Macías.