Alexander Vórtice
#SOSQUIOSCOS
Las personas que padecemos una discapacidad (tanto sea física, sensorial, intelectual, psíquica, visceral o múltiple) nos encontramos cada día con una lucha constante y permanente a la hora de llevar una vida más o menos que la mayoría de individuos considera "normal".
Una de las principales limitaciones de una persona discapacitada es el rechazo social y la falta de un sustento económico que, al menos, cubra sus gastos diarios y básicos. Estas personas, que conforman aproximadamente el 10% de la población, sufren más rechazo social y cultural a causa de sus limitaciones o capacidades diferentes si lo comparamos con cualquier otro de grupo social. En este sentido, el principal obstáculo es la marginación y la discriminación de la que son objeto, algo que les lleva a verse obligados a tener un plus de fortaleza y de responsabilidad.
Yo mismo he padecido este tipo de cuestiones en mi piel y conozco numerosos casos de personas con diversidad funcional a las que sólo se le han cerrado las puertas a consecuencia de su minusvalía: risas, burlas, prejuicios, invisibilidad, falta de recursos... tanto en el entorno cercano como no tan cercano, algo que indica que, sin lugar a dudas, desconocimiento, falta de empatía y humanidad por una parte de la sociedad (a este acto de rechazo se le denomina discafobia, que es la aversión contra personas con discapacidad o en situación de dependencia). En términos laborales, sólo 3 de cada 10 personas con discapacidad en edad de trabajar lo hacen. Unas cifras demoledoras y, si se me permite expresarlo, vergonzosas, que hacen que el lastre social que tienen que padecer sea increíble si lo sumamos a la riña diaria que deben llevar con ellos mismos y con su entorno a causa de sus problemas de salud.
Así pues, a nivel local, en Pontevedra, la Fundación Juan XXIII trabaja constantemente en la inclusión social y laboral de este tipo de personas, y ha comenzado un duro trabajo para que los trabajadores de sus kioskos (uno ubicado en el Hospital Provincial y otro en el Hospital Montecelo) no pierdan sus puestos de trabajo dada la actual situación de crisis sanitaria. Por otra parte, en los últimos años la lectura a través de plataformas digitales ha hecho que las ventas en estos locales hayan caído considerablemente y que, por ende, estén en riesgo el empleo de seis personas que atienden en los puntos de venta anteriormente citados.
Una de las iniciativas de la Fundación para salvar estos puntos de venta a través de redes sociales es la denominada #SOSQUIOSCOS, iniciativa que invita a que cualquier persona colabore con esta asociación y done libros con la sana intención de revitalizar estos negocios. Cualquiera de nosotros podemos donar libros llevándolos al kiosko situado en las escaleras del Hospital Provincial y, con este simple acto, darles nueva vida a esos libros y, por supuesto, esperanza a la media docena de personas que pelean día a día por no perder sus puestos de trabajo.
Por tanto, animo encarecidamente a todos los pontevedreses a ayudar, a visibilizar a las personas con cualquier tipo de minusvalía, ya que lo bueno empieza sin barreras, sin arbitrariedades.