En alguna ocasión para reivindicar el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, he participado como colaboradora en proyectos donde se ha intentado visibilizar la situación de violencia que se vive en muchos hogares. Yo misma he intentado a través de otros trabajos mostrar el pensamiento de una mujer sometida a esa cruel violencia queriendo transmitir como se siente quien la sufre, mostrando la parte más íntima de la mente de una mujer maltratada.
En esta ocasión y por razones personales que no vienen al caso no he podido llevar a cabo ningún trabajo a este respecto, pero ello no me impide que un año más hable de una cuestión tan importante y a veces tan cuestionada en nuestra sociedad.
Lo haré de forma distinta, agradeciéndo y aplaudiendo a quienes día tras día, desde hace muchos años, no han dejado de trabajar e involucrarse en llevar un mensaje de esperanza a través de la información y formación (en un intento a veces poco reconocido) para mejorar la sociedad a través de la educación, poniendo en manos de los más jóvenes el testigo de esta carrera de fondo en la que sólo saldremos victoriosos si llegamos a la meta del respeto y la igualdad de derechos.
Personas que van más allá de su trabajo poniendo su alma, dedicándole esfuerzos con la única intención de lograr un mejor futuro trabajando en la prevención de las injusticias y las desigualdades porque saben por experiencia que hay que nutrir a nuestros pequeños de los valores que les ayuden a no ser víctimas y por supuesto no convertirse en agresores.
Hombres y mujeres que sin ser la docencia su profesión llevan a los centros escolares herramientas para que los alumnos puedan entender que la superioridad se demuestra tendiendo manos y no usando esas manos para infringir dolor unos y protegerse de los golpes otros.
Me permito (sin ir en detrimento de otras instituciones que llevan a cabo también esta labor) hacer una mención especial por el conocimiento cercano que tengo de su trabajo, a los formadores del Plan Director de la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra que no cesan en su empeño por conseguir que en el futuro, el día 25 de noviembre podamos celebrar el fin de la violencia hacia la mujer.
Son tejedores de futuro, que con paciencia van hilando y confeccionando lo que esperemos sea una manta de protección para que nadie tenga que sufrir el intenso frío que causa el dolor del maltrato.