Evaristo P. Estévez Vila
A trabajar
La pandemia derivada del COVID 19 está dejando un reguero interminable de efectos secundarios sin efectuar comentario alguno de los estrictamente sanitarios, que me merecen todos los respetos.
En esencia ha mostrado las auténticas dotes de "cantante" de Miguel Bosé, han desaparecido dos partidos políticos de la escena española, los reyes del tocomocho: Unidas Podemos e Izquierda Unida, cuyos representantes no sabemos si siguen tele trabajando, o simplemente haciendo algo tan español como tocarse los cojones, y personalmente me inclino por pensar en lo último.
Por el camino, el verso suelto de Unidas Podemos (hasta hace poco nos habían ocultado que había dejado IU hace un año) y que parece que es la única que trabaja en toda esa tribu, nos ha regalado un sinfín de ERES, ERTES, ayudas, etc… derivados de la correcta a la par que tardía declaración del estado de alarma. Estas medidas están destinadas a resistir como decía "Buzz Lightyear" hasta el infinito y más allá.
Esta semana encontrándome de vacaciones en la zona cero de cualquier pandemia que tenga como consecuencia el no trabajar: Cádiz, me encontré en la tesitura de intermediar en el despido de una trabajadora quien me expresó que no entraba en sus intereses la reducción de la jornada al 50% y que por ello prefería rescindir la relación laboral porque prefería percibir el paro y la indemnización de 20 días por año trabajado, que quieren que les diga, es un argumento.
Esta semana, estando también de vacaciones, leía en PontevedraViva como algunos sindicatos en Pontevedra ponían sobre la mesa, ante la existencia de contagios en la Administración de Justicia o en la Diputación Provincial, la necesidad de proceder a cerrar servicios o los edificios enteros y confinarnos todos o dotar a tales administraciones de "un protocolo". No he leído que los contagios, o los focos de los contagios, se hayan producido con motivo del desarrollo de la actividad laboral, por lo que es posible que su foco se sitúe en el chiringuito, la terracita o en el cumpleaños del sobrino de Móstoles.
Personalmente ignoro si existe un protocolo anti covid para ir de cañas o para irse de vacaciones, pero a estas alturas no me discutirán que el que ha podido y ha querido irse de vacaciones, se ha ido, ya sea a Corrubedo o como yo a Cádiz, y adoptando las medidas que los responsables sanitarios y el sentido común exigen, la mayor parte de los ciudadanos no hemos tenido problemas.
Y ahora que toca eso, pues currar, empezamos que si protocolos, que si medidas, que si restricciones, que llame usted por teléfono que ya le daremos cita, que si nos reunimos por teleconferencia, que si el futuro es el teletrabajo, cuando en la terraza no hacía falta cita previa y en el chiringuito servían sin reservar y por estricto orden de llegada, eso sí, guardando las correspondientes medidas de distanciamiento social.
Miren ustedes, esta porquería con la que nos ha tocado convivir y que tanto daño ha causado al mundo, no puede parar el mundo, porque entonces el mal sería irreversible, y ahora que la conocemos mejor, tenemos las herramientas para tratar de evitar que nos afecte, y si nos afecta, que nos barra del mapa, pero la solución no es la de no hacer en el trabajo lo que hacemos en la vida diaria, porque esto puede ser muy mal interpretado por algunos, entre otros yo, y entonces tendremos que empezar a hablar de complementos de productividad, pluses de transporte, y no se cuantas cosas más que, cuando uno no trabaja, no debe percibir.
"Ea!!!, me he quedao en paz".