Valentín Tomé
Res publica: Imposturas intelectuales: La teoría Queer
En 1996 el físico Alan Sokal, harto de la jerga pseudocientífica posmoderna que dominaba por aquellos tiempos los estudios culturales en el ámbito académico norteamericano, envía un artículo "científico" a la importante revista académica de humanidades Social Text, con el fin de dejar constancia de la rigurosidad y evaluación que manejan este tipo de revistas a la hora de recepcionar publicaciones. El artículo, bajo el estrafalario título de «La transgresión de las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica», logró superar el filtro evaluador del equipo de redacción de la revista y fue finalmente publicado. En él, Sokal sostenía la asombrosa tesis de que la gravedad cuántica (una de las ramas más prometedoras de la física actual para intentar unificar la teoría de la relatividad con la mecánica cuántica) era un constructo social; es decir, que la gravedad existe solamente porque la sociedad se comporta como si existiera, por lo tanto si no creyéramos en ella no nos afectaría. El mismo día de su publicación, el brillante físico anunciaba en otra revista, Lingua Franca, que el artículo, obviamente, era un engaño, afirmando que realmente se trataba de «un pastiche de jerga postmodernista, reseñas aduladoras, citas grandilocuentes fuera de contexto y un rotundo sinsentido», que se «apoyaba en las citas más estúpidas que había podido encontrar sobre matemáticas y física» hechas por universitarios genéricamente vinculados a la corriente filosófica del posmodernismo. Para que el lector se haga una idea del carácter rematadamente absurdo del artículo señalar que éste remataba con un llamamiento a que "la enseñanza en ciencia y matemáticas debe ser purgada de sus características autoritarias y elitistas, y el contenido de esos temas debe ser enriquecido mediante la incorporación de apreciaciones derivadas de las críticas feministas, homosexuales, multiculturalistas y ecológicas"
Todo esto podría parecernos simplemente una divertida anécdota sino fuese porque esta corriente de pensamiento continúa teniendo, a pesar del escándalo Sokal, una fuerte influencia en diferentes movimientos sociopolíticos tradicionalmente vinculados con la Izquierda. Así dentro de una parte no menor de la inevitablemente heterogénea y en constante evolución corriente feminista se encuentran firmemente asentados los postulados de lo que popularmente se conoce como teoría queer. Sería tremendamente complejo exponer aquí todos los detalles relativos a este amplio conjunto de ideas sobre el género y la sexualidad humana desarrolladas por diferentes autores como Betty Friedan, Judith Butler o Paul B. Preciado, pero podemos sintetizarlas en lo siguiente: su defensa por la eliminación de las categorías binarias. Así para estos teóricos, todas nuestras oposiciones binarias son constructos sociales y nada tienen que ver con supuestos caracteres naturales (la biología es entendida aquí como una ciencia que favorece la opresión y el encorsetamiento mental). Partiendo de esta premisa, debemos entonces deconstruir todas estas oposiciones binarias "sociales", por ejemplo hombre vs mujer, heterosexuales vs homosexuales, natural vs artificial; y esto se hace mediante la estrategia del "queering", que consiste básicamente en transgredir los bordes de los conceptos y categorías, en donde cada categoría se torna, esencialmente, sin significado y no es distinguible de otra. Por ejemplo, si tomamos "hombre" y lo redefinimos, ya no como "de sexo masculino" sino como "quien sea que se sienta hombre", entonces ha operado el queering, se ha "queerificado" esa categoría y ya no es distinguible de "mujer".
Obsérvese, la contradicción insalvable del argumento anterior. Por un lado se niega la existencia objetiva de categorías binarias, para posteriormente definir a cualquier sujeto dentro de una categoría concreta por el simple hecho de que así se siente subjetivamente, ¿cómo podría redefinirse en algo que no existe?. Siguiendo esta (i)lógica, las personas transexuales sometidas a cirugías de reasignación de sexo serían sujetos delirantes que viven en una absoluta ficción empeñadas en categorizarse binariamente de la manera más biológica posible (paradójicamente es dentro del colectivo trans y más concretamente entre los que se definen como transgéneros donde podemos encontrar más partidarios de lo queer). Todo ello sin entrar en cuestiones como que la aceptación de esta teoría nos obligaría a reescribir todo lo que sabemos sobre la biología humana; los cromosomas serían aquí otro constructo social aliado de la represión.
Sin embargo, desde tiempos inmemoriales se ha producido sociedad a la vez que se ha producido patriarcado, y éste ha ido adaptando, a lo largo de la historia, el papel de las mujeres a los nuevos contextos y a las nuevas necesidades sociales, pero todas estas adaptaciones tenían un tronco común: negar a las mujeres la mayoría de edad, equiparándolas a los niños para que dependiesen por igual de los varones adultos. El patriarcado arrebata a las mujeres las libertades públicas y las libertades sexuales pues no la considera digna de adquirir la autonomía personal a través del ejercicio de la razón. Por todo ello, la gran filósofa francesa Simone de Beauvoir a mediados del siglo XX, siendo consciente de que toda estructura patriarcal no es más que un constructo social, llega a afirmar "no se nace mujer, sino que llega una a serlo", queriendo decir con esto que el patriarcado siempre ha "construido" para las mujeres un rol social de inferioridad con respecto al hombre (lo que hoy conocemos como género) apoyándose en diferentes estrategias que van desde la dominación violenta hasta el prejuicio pseudocientífico. Partiendo de este hecho, la teoría feminista moderna dice que el género es instaurado coercivamente, de forma que las hembras son puestas en la categoría subordinada mujer. Y se posiciona a las mujeres como irracionales, frívolas, sirvientes, naturalmente preocupadas por otros, y sexualmente subordinadas a los hombres.
Sin embargo, la teoría queer toma la teoría feminista del género y la deconstruye por completo, sino hay sexos tampoco puede haber géneros, eliminando así el poder de la ecuación y afirmando, con total frivolidad e irresponsabilidad, que la única opresión realmente importante es la de seguir insistiendo en establecer categorías binarias. Sobra decir que no puede existir mejor aliado teórico para el neoliberalismo, ya que la teoría queer sublima la importancia del yo y de los deseos individuales frente al poder opresor de las estructuras que sólo adquieren, en el mejor de los casos, un carácter contingente y que por lo tanto no son responsabilidad de nadie, simplemente forman parte del paisaje.