José Antonio Gómez Novoa
Ventana indiscreta: Protocolo
Sí, era necesario un protocolo pero, para que las familias acompañaran a sus seres queridos en el último momento de su vida, y dejar en la mano de los profesionales sanitarios la decisión del ingreso hospitalario si fuera necesario, o medicalizar las residencias cuando el brote epidemiológico lo hiciera aconsejable. Lo deseable para todos, es tener una buena "calidad de vida", y también "calidad de muerte". En definitiva no dejarlos morir solos, ni sin los cuidados adecuados.
Lo doloroso e incomprensible es cuando se protocoliza por parte de las "autoridades" unos criterios de exclusión en relación a la derivación hospitalaria de los enfermos alojados en residencias. A todas luces, es una decisión insolidaria, carente de ética y es un abandono en toda regla, de las personas que debemos cuidar en el último tramo de su vida.
Imagínense ustedes a una familia, o al personal de la residencia, y a su lado un anciano de 85 años con dependencia severa que se asfixia, llamando a los servicios de urgencias para que le envíen una ambulancia, y el que atiende telefónicamente, con el protocolo delante de sus ojos, tiene que decirle que en base a los criterios establecidos, siente no poder ayudarlos.
Muchos de los mayores atendidos en hospitales, incluso con múltiples patologías han salido adelante, y también sabemos que deben ser, los servicios sanitarios, con el apoyo de las familias, cuando reciben a un anciano con un deterioro importante, con un pronóstico de situación final de vida, y no teniendo otra alternativa que entubarlo e ingresarlo en la UCI, ambos convendrían que lo mejor para él, son los cuidados paliativos en casa, residencia o en planta, y no un presumible "ensañamiento terapéutico".
A falta de datos oficiales pormenorizados, es evidente que es muy dramático, lo que ha pasado en las residencias de mayores. A la evidente falta de medios, hay que unir la "dejación" de funciones de la Administración pública, y el mirar para otro lado de la sociedad.
@novoa48