Manuel Pérez Lourido
Nos matará el ecologismo
La ecología nos va a matar. Lentamente, como el tabaco, pero iremos cayendo uno a uno. Ahora les cuento cómo he llegado a tan funesta conclusión. Resulta que mi señora, a quien Dios guarde muchos años (decían los antiguos de las autoridades) trajo de la farmacia una nueva pasta dentrífica. Mira que es difícil decir "dentrífica". Muy recomendada: natural, elaborada con hierbas. Hasta ahí todo bien, un nuevo episodio del buenismo ecologista de clase media del que se aprovechan los aprovechados, siempre al quite de las modas. Héte aquí que me dispongo a embadurnarme los piños con el nuevo mejunje cuando, tras un par de cepilladas, me entran ganas de cagarme en todo lo que se menea. Aquella pasta sabe a orín de rata mezclado con cagarruta de corneja en celo (es que no hay sabor en el mundo, por asqueroso que sea, capaz de comparársele). En una insospechada incursión en el masoquismo continúo el cepillado, entre atónito, indignado y asqueado; pero sobre todo esto último. Termino, me enjuago, y dudo si empezar de nuevo (por si fue una alucinación sensorial) o gritar: Wiiiiiiiilmmmmaaaaaa! Al más puro estilo Picapiedra, pues noto que se despiertan en mi instintos trogloditas.
"Nos matará el café / Nos matará la droga / Nos matará tal vez / Un hombre bueno con pistola" canta Kiko Veneno en "Dice la gente". Kiko Veneno, no se me ocurre mejor músico para hacerle una letra a esta pasta de dientes de nuevo cuño. Una pasta que debe haber valido una pasta, que esa es otra, estas cosas super sanas nunca son baratas: a la virtud se accede por caminos tortuosos. Cuanto más lo pienso más me suben la bilirrubina y la tensión. Para sacarme el sabor a bazofia he tenido que enjuagarme la boca con cerveza, que es de las cosas que mejor me saben de lo que hay por casa, y he terminado bebiéndome la botella, lo cual siempre contribuye a la calma y los buenos sentimientos. Pero si cada vez que me lavo los dientes tengo que ventilarme una cerveza, mal negocio. Me da por pensar por qué será que las cosas más insanas como el chorizo frito, el churrasco de cerdo o el licor café, saben a gloria y los productos más sanos saben a rayos (la zanahoria cocida, la remolacha, el aguacate). Debe ser una especie de equilibrio cósmico. O una simple broma pesada de la naturaleza.
Lo peor de todo es que tenemos dos tubos de esa pasta repelente porque la vendían en pack (no es de extrañar que le coloquen dos al incauto que quiere llevarse uno). Mi señora dice que ponga poquita en el cepillo (sí, para que dure más…) y yo me hago el mártir, pero en cuanto salga a la calle me voy a por un tubo de colgate.