Milagros Domínguez García
El doble valor de una mascarilla
En estos días en los que nos vimos sometidos a un terrible estrés por inactividad debido al confinamiento, tuvimos tiempo, el que antes nos robaban las prisas de la vorágine de nuestra vida cotidiana, para ejercitar la introspección sobre nosotros y lo que nos rodea y quizá ese hecho, nos haya servido para ver menos y mirar más y, apreciar así, en gestos sencillos, acciones que valen mucho, tanto como la vida y, es por eso, que una vez que vamos recobrando esa libertad restringida ponemos en práctica lo aprendido.
La mañana del lunes tuve yo ocasión de observar en el Concello de Soutomaior la labor de dos Guardias Civiles que iban parando uno a uno a todos los vehículos y que tras un buenos días que se escuchaba vivaz y transmitía un; ¡¡Ánimo, continuemos!!, entregaban a cada conductor una mascarilla.
Quizá a priori no parezca una hazaña lo que hacían, posiblemente haya quien esgrima el argumento de que es su trabajo, pero a mi, que me gusta por naturaleza percibir lo que transmiten los gestos, incluso cuando se trata de una acción remunerada, veo en esa labor un apoyo a la moral de cada una de las personas que las recibían y aunque no parezca importante la forma gentil y afable en la que llevaban a cabo su labor, le daban a esas mascarillas un doble valor.
Un ademán lo es todo; una sonrisa, un gracias, un por favor, un saludo, son cuestiones muy necesarias ya que todos tenemos problemas y cuando salimos a la calle dentro de nosotros, de nuestra cabeza, de nuestro corazón, va esa vida que pesa y con la que tenemos que lidiar y el ver que alguien que no nos conoce comparte con nosotros la bondad y la afabilidad que lleva dentro nos hace sentir mejor y esa mano tendida se convierte en una brújula que nos ayuda a encontrar en nuestro interior la parte buena que nuestros problemas cubren y no nos dejan ver.
Estas dos personas uniformadas estaban llevando a cabo su cometido y como ellos, muchos de sus compañeros, en distintos lugares pero haciéndolo como lo hacían regalaban esperanza y además confianza en ese verde uniforme que visten y que es honrado gracias a esa labor y entrega de quienes lo portan y, que durante mucho tiempo, otros portaron engalanando así los tejidos que por si solos serían vestimentas y llevados por seres humanos con corazón y entrega los convierten en lo que son, la insignia de un noble cuerpo como es la Guardia Civil y a quienes los llevan en GUARDIAS CIVILES con mayúsculas.
Gracias a todos los que cada día hacen su trabajo con dedicación, demostrando que sin duda los 176 años de historia y de honor que celebrarán el próximo día 13 de mayo, no son un regalo sino un merecido homenaje a una trayectoria.