Milagros Domínguez García
Que no nos impidan llorar...
Leía recientemente que, a través de un estudio realizado por el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas Lazzaro Spallanzani de Roma, se probó que el Covid-19 también está activo en las lágrimas de los pacientes positivos, y, por tanto, puede ser otra fuente de contagio.
Al leerlo pensé en lo terrible que me pareció ya que creo que el llanto es algo tan necesario como respirar, sobre todo en tiempos como los que actualmente vivimos, en días donde necesitamos coger oxígeno y expulsar de nosotros la tristeza que producen las situaciones que nuestra sociedad sufre, que nos sirve como desahogo para poder continuar y hasta eso el enemigo nos quiere impedir que hagamos con tranquilidad.
¿Cómo se pueden contener las lágrimas que se asoman a nuestros ojos cuando al ver por nuestras ventanas nos acordamos de quienes tanto necesitamos, de cómo echamos de menos ese abrazo que supone todo o ese beso que es la vida? ¿Cómo evitamos el llanto que produce la incertidumbre del futuro, la pesadumbre del presente y la añoranza del pasado? ¿Cómo hacemos para no llorar al ver sufrimiento, al saber que hay realidades que se suceden tras algunas puertas hoy cerradas a cal y canto donde el monstruo está dentro, al escuchar una y otra vez noticias sobre personas que no tienen ni lo más básico y que ya ni donde encontraban auxilio les queda lo suficiente para darles?
¿Cómo conseguiremos evitar contagiar a través de tantas lágrimas que quedan seguramente por derramar o que derramamos cuando días atrás se clausuraba la morgue del Palacio de Hielo con las palabras de la Ministra Margarita Robles que consiguió conmovernos con su sinceridad, con su emoción, con su saber estar a la altura de tan terrible tragedia que a día de hoy supera los 22.000 fallecidos?
"No se han ido solos, los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas estuvieron con ellos" dijo, visiblemente emocionada, agradeciendo a esos hombres y mujeres que más allá del cumplimiento de su trabajo velaron sus cuerpos e incluso alguna plegaria por sus almas elevaron al cielo.
¿Cómo evitarlas?, me pregunto. ¿Por qué tanta crueldad la de este enemigo que mancilla e impregna con su maldad lo que en días como hoy tanto necesitamos para despedir a quienes, aunque no solos, se fueron?
España está de luto.
Descansen en Paz.