Milagros Domínguez García
La M de Martina
Con tres años Martina ha aprendido a hacer emes y, posiblemente, en otras circunstancias nadie salvo sus progenitores tendría conocimiento de ese logro pero, gracias a que "interrumpió " a su papá, Mariano Alonso, periodista que estaba participando telemáticamente en una rueda de prensa de la líder de Ciudadanos, nos hizo a todos conocedores de ese hecho.
No sabe Martina cuanto bien hizo con esa eme, la eme de su papá, como ella misma la definió, porque en estos días es difícil encontrar alivio en la sencillez y a mí, personalmente, su eme (M) me lo dio.
Quizá no nos estemos dando cuenta de lo valientes y ejemplares que están siendo nuestros niñosy niñas, el mérito de su paciencia y sobre todo esa genialidad espontánea que nos hace sonreír o incluso llorar de emoción.
Tienen que convivir dentro de cuatro paredes rodeados de problemas de adultos y de noticias alarmantes en cuanto al presente y al futuro, tienen que ver nuestras caras de preocupación y lidiar también con el estrés de que nos falta esa libertad de ir y venir, la misma que antes nos producía cansancio y que también ellos tenían que entender.
Pero tienen esa capacidad de la que nosotros carecemos para celebrar sus pequeños grandes logros y además aunque la M no sea perfecta poseen seguridad en sí mismos y saben que con el tiempo lograrán mejorarla, o no, qué más da si no es perfecta, porque a la vista está que la perfección no existe o, por lo menos, no tal y como nos gustaría que fuese.
Martina ya sabe hacer emes y junto a ella hay muchos niños que a través del aprendizaje consigan crear fórmulas que puedan mejorar nuestra sociedad y, quizá, este confinamiento les dote de experiencia para hacerlo.
Águeda ya un poco más mayorcita aprendió que se puede hacer café sin cafetera, espero que nunca tenga que saber que no se puede hacer sin café. Otros han aprendido a hacer pan, a entretener su tiempo en labores domésticas, a soñar a través de una ventana y la importancia de un gracias a través de unos aplausos.
Se han emocionado de que las sirenas se enciendan para que los Policías y Guardias Civiles los visiten para cantarles. Han aprendido que el ejército limpia y monta hospitales, que los héroes no llevan capas y que trabajan en los supermercados, limpiando las calles y los hospitales.
No podemos olvidar a los que llevan semanas sin ver a sus padres porque sus trabajos conllevan un gran riesgo y no van a casa porque tienen a muchos enfermos que cuidar y también aquellos que conducen grandes camiones que transportan desde alimentos hasta esperanza.
Martina y muchos pequeños son los testigos que contarán en el futuro que fue el Covid-19, cómo se vivió y qué secuelas dejó, ellos serán quienes den voz a los que no lo superaron y serán los que callen las voces de aquellos que quieran olvidar.
En definitiva la M de Martina es con la que escribe amor, mañana, y vida... Sí, vida, porque las emes no han de ser perfectas.