Pedro De Lorenzo y Macías
Caco. Capítulo primero
Despierta la Primavera, alborotando a todos: las aguas de las altas y frías montañas, se deslizan por surcos cristalinos y revoltosos; las
campiñas lucen sus trajes de verde de embrujo, con sus amapolas, violetas, margaritas, de fragancia de flores.
Se desperezan los dormilones del invierno: el oso bosteza, los gazapos juguetean, los cuervos dan la tabarra, y las avecillas, dulces y seductoras, entonan melodías de belleza, de amor, de pasión.
Las ardillas, todos los animalitos del bosque siente la savia de vivir, juguetean y buscan aventuras, aunque les cueste la vida.
Los caballos, allá en los altos montes, libres y aventureros, esperan nerviosos que sus amadas den a luz potrencos fuertes, robustos, inquietos y revoltosos.
El gallinero está excitado....... El gallo, presumido y machista, se pavonea ante las gallinas, que sumisas, muestran sus polluelos.
El sol es feliz y comparte su cándido calor: los abuelos lo disfrutan con sus añoranzas, los jóvenes con sus juegos de amor, los peques corretean a la caza del lagarto, de culebras, descubrir nidos y aventuras de su imaginación.
Brota la vida, las ansias de los sueños, las ilusiones de un futuro incierto........ Es el contagio de la Primavera.
La Aldea está situada a la falda de una montaña que protege a un gran valle; el río Lérez disfruta de su belleza con sus recovecos lentos o rápidos, acariciando a los molinos olvidados y maltrechos, suspirando que se reconozcan sus esfuerzos de antaño.
Las casas están esparcidas de manera espontánea, libres de las presiones administrativas, sin ninguna norma: son de piedra, sencillas, grandes, con sus corrales, alpendres y eras.
Abril llega acompañado de una luna llena, vanidosa , presumida y traidora. Las estrellas se ríen de ella, la menosprecian.
Mamá boxer está acostada al fondo de una cuadra. Todos los habitantes del caserío están inquietos, nerviosos; esperan el parto.
Llegó el momento. Mamá boxer parió cinco crías: dos hembras y tres machos. Está muy contenta y con sus guaus da la noticia a todos que se alegran: los amos, vacas, caballos, conejos, gallinas, pájaros..... Hay júbilo, gozo y alegría. ¡NACIO CACO!
Caco es muy tragón y cagón, inquieto, rabudo y terco, pero con un buen corazón; parece un peluche regordete, sus ojos son marrones oscuros, dando envidia al azabache.
Los primeros días solo se preocupaba de mamar, dormir, roncar y cagar.
Es un glotón. Mamá Boxer tenía que apartarlo para poder amamantar a sus hermanos...... Se hace el triste, finge dormirse. Todos se confían. Entonces, raudo, veloz, se lanza sobre la teta de su madre y mama.
Sus hermanos lo bautizaron con el nombre de Caco, pues le hacían mucha gracia sus tonterías, sus golfadas, sus ronquidos.
Llegó Don Hilario, el veterinario; los vacunó y les cortó el rabo. A Caco no le gusto nada este abuso y protesto lo suyo.
Engordó y creció, pero aun no sabía subir las escaleras; las bajaba a rolos; después pedía ayuda, auxilio. Su pobre madre estaba en los
huesos.
Era un metido.......; pronto se hizo amigo del gallo, de los polluelos, del gato, de todo el corral. Era muy movido y arma líos: peleaba con sus hermanos, los enfadaba, les hacía travesuras, armaba follón; pero le querían mucho, pues por las noches les contaba historietas, los cuidaba, imaginaba cuentos y todos se dormían con él.
NOTA: Esta novela está ambientada en Fragoso - San Andrés de Xeve y la parroquia de Adigna – Portonovo. En ella se plasman las costumbres de los años 80 y la evolución en crecimiento de un cachorro, marcando las pautas con su gran relación con una niña. Hay hechos reales, refundidos en pocos personajes. Seguiremos con el segundo capítulo, cada dos días. Os brindo esta novela, ya que puede gustar a niños y mayores. Está registrada y no publicitada.
¡Un abrazo y feliz estancia en nuestras casas!
Texto y fotografías © Pedro de Lorenzo y Macías.