Manuel Pérez Lourido
Desbandada
En esta última entrega de esta suerte de crónicas musicales para recuperar banda ignotas, conviene arrancar con una afirmación significativa: si algún grupo no mereció un reconocimiento mayor que el obtenido por parte de crítica y público, ese el el que ahora traemos a esta página.
"Desbandada", originarios de Belchite (Zaragoza), tomaron su nombre de la reacción cosechada tras sus primeras apariciones en directo y se disolvieron como azucarillos en el turbio líquido de la ignorancia tras tres años de travesía y un EP autoeditado con el título de "Risa de caramelo". Nueve temas de puro rock descerebrado, correoso, inaudito y rechinante, llegaron a las manos de los 43 compradores de aquel vinilo. Su propuesta musical era un cruce entre los Sex Pistols de los primeros ensayos y los Spoonmatch más juguetones. Letras como la de "El regreso de la pantera rosa al instituto" ("vienen a mi / recuerdos heridos / tus pies en el nido / y la luna nevada") situaban sus composiciones a medio camino de la estupidez y la excelencia lírica. Para no darse importancia, ofrecían canciones como "Saturno", un batiburrillo sonoro solo interrumpido por dos versos en bucle: "la atmósfera se pudre / tu cariño hiede". Saturnino Cieza, el cantante y letrista era un alma atormentada con cierta querencia por el gore, los comics de Tintín y las fresas con nata. Todo eso se podía atisbar en las composiciones que llevaba, anotadas con terribles faltas de ortografía, a los ensayos de los viernes en el garaje de Fumanchú (Nico Palacios, el bajista). Dos mellizos, Lara y Gervasio Antolín se encargaban de la batería y la guitarra eléctrica, respectivamente. Ambos tenían formación musical y compensaban el pronunciado amateurismo de sus otros dos compañeros.
Hitos en la corta vida de "Desbandada". Su debut en la plaza mayor de Belchite durante las fiestas del pueblo. Tres temas estropeados por los fuegos artificiales que no solo arruinaron el sonido (por decirlo así) del grupo sino que arrastraron a la escasa audiencia a la zona pirotécnica. Se quedaron los familiares y amigos íntimos, pero todo aquello no pareció importarle a los cuatro muchachos, que aún no se habían puesto de acuerdo para bautizar su banda pero sí tomado nota de la deserción de los belchitanos.
Citemos también los tomatazos en Albalate del Arzobispo, una población cercana, poco más grande que Belchite, cuyos zagales la emprendieron contra los muchachos de "Desbandada" momentos antes de poner pies en polvorosa ante la irrupción de un destartalado vehículo de la policía local. Martín Huertas y Pili Fonseca son los nombres de los dos municipales que contemplaron la exhibición lírica y guitarrera de la banda antes de que, tras finalizar el cuarto tema, se diesen por vencidos.
Cómo los mellizos convencieron al abuelo Tomás, jubilado del Banco Zaragozano, para que financiase su primera y única incursión en formato físico, es algo que quedará para los anales de la historia familiar, en el mejor de los casos.
Y, como prueba de que las paradojas se prodigan más de lo que uno se imagina, hay que reseñar también el triunfo de "Risa de caramelo" en las emisoras de la comarca y posteriormente en todo Aragón. En efecto, los ya bautizados como "Desbandada" consiguieron que su EP viajase de antenta en antena y de boca en boca durante unos meses, justo antes de que el progenitor de Fumanchú pescase a su hijo fumando sustancias ilegales en el garaje y, tras amenazarle de entregarlo a la guardia civil (cuerpo del que era sargento), le prohibió volver a pisar aquel lugar. A él y a "esa pandilla de porreros con los que te juntas". Si a esto unimos que Saturnino se partió la tibia y el peroné haciendo el indio en la piscina municipal y que los mellizos contemplaron aquellos acontecimientos con contenido asombro y cristiana resignación pero sin dar muestras de querer evitar la desmembración de la banda, no extrañará a nadie el fatal destino de "Desbandada".