José Antonio Gómez Novoa
Ventana indiscreta: Pose
Los que amamos el buen cine y las series, nos refugiamos en los escenarios de la ficción, buscando todo aquello que logre evadirnos de la realidad, sobre todo en estos momentos que estamos viviendo una vorágine política absurda. Una historia que demuestra que el arte de ver y el de vivir tiene algo en común, que nos educa en la diversidad y que contribuye a lograr que el mundo sea mejor.
Una serie brillante, arriesgada y valiente que habla de unos personajes que no contemplan renunciar a sus aspiraciones, a pesar de los múltiples obstáculos que van surgiendo en su vida. Habla del choque entre dos ambientes tan opuestos como los ejecutivos que vivían en la opulencia de finales de los ochenta (Trump está presente), y lo que ocurría en el día a día del colectivo de transexuales y homosexuales.
Tiene buen ritmo, un gran colorido, humor, mucho drama y una gran banda sonora. Te hace reír, emocionarte, pensar. También es un homenaje a la comunidad transexual latina y afroamericana que sufrió los avatares del SIDA, ante la incomprensión de la sociedad, y que encontró en la ball culture (desfiles y espacios de libre expresión) una forma de expresarse y luchar por la subsistencia.
Los actores y actrices de la serie pertenecen casi todos a los colectivos LGTB, y representan a gente para la que en aquellos años, la salida del armario delante de sus padres significaba, el rechazo y muchas veces el abandono en los fríos barrios de Nueva York. Se invisibilizaba la enfermedad del SIDA, no existían servicios sociales y la atención médica como sabemos en EEUU, sólo es para unos privilegiados.
Una serie necesaria, educativa y muy recomendable para nuestra "higiene mental".