Ainhoa Fervenza Celestino
Seamos libres
Después de siete meses como concejala en el Concello de Sanxenxo me van quedando las cosas claras; cosas que son vox populi pero que no puedes creer hasta que las ves con tus propios ojos.
Estamos ante una forma de ejercer el poder que va a ser difícil de desmontar, incluso cuando halla un cambio de gobierno en este concello. Se ha asumido como normal una forma de ejercer poder basada en la autoridad patriarcal; pero no hablamos de un patriarcado que enseña en libertad y toma decisiones para todos, incluso para los díscolos; sino de un patriarcado como el de ciertos clanes u organizaciones no muy éticas; el patriarcado que protege y castiga; el de "yo te doy y luego ya me devuelves el favor", el de "yo te coloco en este puesto y tu familia y tu estáis para siempre unidos a mi por un lazo invisible que te ahogará sino cumples con el pacto", el de "si te pronuncias en contra de una norma que haya sacado no me voy a olvidar y en cuanto pueda te aplicare el correctivo pertinente".
Huelga poner más ejemplos. Todos conocemos ese estilo de gobernar a la siciliana, en el que solo entran en "la famiglia" aquellos que acatan las normas del juego; en este caso, los que aceptan el sistema de prebendas de Telmo Martín. Y es que el gobierno de Sanxenxo es como una tela de araña que durante muchos años (18 para ser exactos) ha sido tejida de forma inconsciente por la desesperación de los propios vecinos y vecinas, y en la que ahora se ven enredados sin posibilidad de huída.
Habida cuenta la situación, nuestra labor no puede ser otra que tratar de hacer ver a todos los vecinos y vecinas que esas prebendas solo nos hacen ser presos de ellas mismas; que solo fueron concedidas con el fin de de obligarnos a ser ovejas y darles los votos que necesitan para poder asfaltar y recalificar sin limitaciones, como a ellos les gusta. Hacerles ver que son libres para hablar, para exponer sus propias demandas, para decir que están en contra de políticas no solo locales sino autonómicas; hacerles ver que no pasa nada porque los del PP sepan que no están de acuerdo con algunas de sus acciones, o con todas si es el caso. Nuestro mayor cometido ahora mismo, es transmitir a la gente que nada malo puede pasar. El PP de Telmo no tiene varitas mágicas para echarnos del trabajo, ni poder para que nos muramos de hambre, mucho menos puede conseguir que nos venga una enfermedad terminal... aunque ellos durante años nos hayan hecho creer que sí.
Pero el miedo, que es libre, es precisamente lo que nos priva de nuestra libertad. Es el miedo el que hace que en este concello nadie se atreva a levantar la voz y contrariar al PP, al menos no delante de ellos. Ese miedo atroz a los castigos apocalípticos que pueda impartir quien se siente "la mano de Dios" es el culpable de atrocidades urbanísticas y atropellos de todo tipo. Unos deciden y ejecutan mientras otros, por lo que pueda pasar, no se atreven a decir esta boca es mía. Decir que hay que ser valientes y asumir que nos podemos expresar en libertad parece un discurso de los años 80 y sin embargo en Sanxenxo tenemos que utilizarlo.
No hay elecciones municipales hasta el 2023, pero yo solo hago esta reflexión: ¿a quien estamos enseñando el voto cuando públicamente lo mostramos a la vista de todos? ¿Será el justificante de pago de favores pasados o el miedo a que el lazo invisible se tense y nos ahogue? Esta situación me recuerda a cuando los labradores iban a rendir cuentas al cacique de turno, todos con la cabeza gacha enseñando sus diezmos, a los que añadían huevos, patatas o lo que pudieran en busca de la aprobación del gran señor, quien, si había suerte, asentía con un pequeño gesto casi indecoroso. Y todo para ver si tenía a bien mediar en alguna institución para meter a servir a la hija. Pero, compañeros, el cacique hace muchos años que murió. El voto es libre y secreto. Ejerzamos nuestros derechos sin miedo, porque hacerlo nos permitirá ser libres.