Beatriz Suárez-Vence Castro
Un semáforo para Chancelas
Será porque la niñez de todos, como la de Serrat en su canción Mediterráneo, sigue jugando en alguna playa y en la arena, la de los recuerdos de cada uno, guardamos "amor, juegos y penas"
De todas mis playas, la que considero un poco mía porque allí estará siempre mi infancia y allí vuelvo cada verano desde que tengo memoria es Chancelas y junto a ella, Chancelas Pequena y A Ouriceira.
Los tres arenales están situados en el municipio de Poio y la carretera más próxima a ellas es la polémica PO 308. Polémica porque, también desde que tengo memoria, tanto los veraneantes como los vecinos del pueblo nos jugamos la vida cada vez que tenemos que cruzarla.
Nunca ha habido semáforo que regule la circulación en el tramo que comprende las playas, entre Combarro y Covelo porque no se consideraba urbano al no existir aceras. Sin embargo, tampoco hemos contado nunca con un paso de cebra que haga al menos un poco más fácil el cruce de una parte a otra de la calzada.
En verano la incomodidad y sobretodo el peligro que supone bajar a las playas desde el otro lado de la carretera es enorme por la gran afluencia de vehículos que pueden circular por la vía a una velocidad de 70 km/h. Si el cruce se realiza con niños, ancianos o con la carga que uno suele llevar entre bolsas, bebidas y sombrillas, lo que debería ser un momento feliz acaba por cargarse de tensión.
El viernes 26 de Julio tuvo lugar una concentración de vecinos que recorrieron un tramo de 200 metros en torno al cruce situado frente a la playa de A Ouriceira, donde un niño fue atropellado hace pocos días mientras intentaba bajar a la playa. Los participantes en la manifestación recordaron también a las víctimas de atropellos mortales, depositando flores en los puntos negros.
Doy fe de que la curva situada entre Ouriceira y la playa grande de Chancelas es de las más difíciles a las que se puede enfrentar un peatón que intente cruzar desde la parada de autobús situada tan sólo unos metros delante. Es tan cerrada que solo pueden verse los coches una vez la han doblado y si se ve obligado a circular, como debe hacerse, en sentido contrario a la marcha por el margen de la carretera, literalmente se juega la vida.
El día de la concentración no pude unirme a ella porque regresaba precisamente a mi casa entre playa y playa, caminando, recorrido que suelo hacer por el monte con mi perra Nora "usuaria" habitual del merendero de Ouriceira, ya que se encarga de limpiar cualquier resto de comida que pudiese haber quedado bajo las mesas de madera. En ocasiones no tenemos más remedio que utilizar también el arcén para pasear hasta Laño o Covelo y entonces hasta Nora se asusta por la poca distancia que queda entre ella y los coches que pasan prácticamente pegados y nos vemos obligadas a invadir alguna finca aledaña.
Esperemos que no sea necesaria ninguna concentración más para continuar pidiendo pasos de cebra o un semáforo que, una vez finalizadas las obras para dotar al tramo de aceras, sería perfectamente acorde con la ley; pero si hubiese que insistir con algún acto más de reivindicación, Nora y yo nos sumaremos, cada una con su correspondiente chaleco reflectante porque todos, humanos y perros, guardamos en el corazón algo del brillo de la arena y las conchas del primer mar que hemos tenido la suerte de ver y queremos seguir haciéndolo tanto como la vida nos permita sin que, por una deficiencia perfectamente subsanable, acabe trágicamente antes de tiempo, golpeada contra el asfalto.