José Antonio Gómez Novoa
Ventana indiscreta: Super Mario
Se jubila Mario, después de más de 40 años como trabajador penitenciario. El hombre de pelo blanco, el buen compañero. Don Mario en toda su extensión para los internos y sus familiares. Una persona ejemplar, y un ejemplo para los demás.
Cada mañana recoge las peticiones de los internos, y las clasifica en pequeños montones encima de su mesa, que sí, dispone de un ordenador, pero siempre apagado, porque si lo enciende, le aparecen al momento unas ronchas rojizas en la piel y una picazón que lo bloquean por completo.
Tiene una presencia tan intensa cuando se acerca al patio del módulo, que los 100 internos se alegran y lo reciben con alborozo, lo rodean para explicarles sus problemas “reales y ficticios”, sabedores de que su pequeño o gran dificultad está en camino de solucionarse.
- ¡D. Mario!, necesito que me cambie la comunicación.
- Pregunte a mi mujer porque no ha querido venir
- El paquete de ropa, el dinero que no me ha llegado.
Sonríe a los que saben que su dinero nunca llegará, y a los que su compañera no volverá a visitarlo. Busca soluciones para lo posible y tiene una palabra de cariño para lo imposible.
Son múltiples las anécdotas que cuentan sobre él. Destaco aquí algunas:
- Cuando hizo el servicio militar y comunicaron en la formación: "Franco ha muerto", él gritó levantando los brazos: "por fin". El resto de su mili la pasó en el calabozo.
- Uno de los patriarcas gitanos, le regaló una cachaba (bastón de mando en caña de bambú, madera y piel) que estuvo siempre con él en su oficina hasta el día de la jubilación.
- Me consta que más de un familiar y allegados de los internos, bautizó a su hijo con su nombre, con la esperanza de que se pareciera a él. Les alabo el gusto.
- Las siestas son tan importantes para él como para Winston Churchill. Pijama y orinal, mínimo 3 horas. Y, como no puede dormir ni llevar la cama para el trabajo, sus compañeros se sorprenden cuando a la hora de la comida, le viene el bajón y su cabeza se balancea dejando de respirar unos segundos.
Los familiares siempre lo han puesto como ejemplo de atención exquisita. Alguien que escucha, sus penas, sus alegrías, sus mentiras piadosas. Ninguna queja sobre él, todo alabanzas. Incluso los internos y familiares más conflictivos se relajan al verlo.
Cuando le preguntas por uno de los 1000 internos, lo sabe todo sobre él y su familia. Disfruta poniéndose en “el lugar de”, “empatiza” con los problemas de los demás. Observa, escucha e interpreta todo lo que le rodea con gran sabiduría.
Es habitual, en nuestro trabajo complejo, y en el que se viven situaciones difíciles, que los funcionarios después de varios años, se encuentren emocionalmente agotados, pero él siempre supo canalizar adecuadamente su entrega a los demás, a pesar de los pesares. Nunca una mala palabra, nunca un mal gesto.
Querido Mario. Estás ante otra etapa de tú vida. Disfrútala, te lo mereces.