Luis Miguel Alonso
Y pasó Eurovisión
Un año más, con más pena que gloria, volvimos a disfrutar de una nueva edición del Festival de Eurovisión. Ese "pálido enigma de cada primavera nuestra", como así lo calificaba el poeta José Miguel Ullán, a quien TVE le encargó los comentarios del evento allá por los años 80. Sí que es un enigma, porque a veces nos cuesta creer que consiga tan buenos datos de audiencia en España a pesar de las malas posiciones que hemos acumulado a lo largo de sus 58 ediciones (si bien es cierto que nosotros nos hemos perdido las cinco primeras, al incorporarnos al concurso en 1961). La edición de ayer no ha sido una excepción y, de nuevo, tuvimos que pasar por el mal trago de ver a nuestra candidatura en lo más hondo de la tabla.
O lo que es lo mismo, penúltimo puesto para El Sueño de Morfeo, que no logró encandilar ni a los jurados ni a los espectadores de Europa (ambos colectivos votan a partes iguales). No ha sido una sorpresa. No, señoras y señores. La irrupción de internet en nuestras vidas ha hecho que los resultados de Eurovisión se intuyan mucho antes de que las votaciones comiencen en la noche de la gran gala. Múltiples apuestas on line, tanto de pago como gratuitas, van adelantando el posible ganador de cada edición y la posible posición que alcanzará España. No siempre aciertan, eso es verdad. Pero por lo general se acercan mucho.
Al igual que se acertó lo que ocurriría con España, también se acertó con el país ganador. Hubo pocas sorpresas anoche: la gran favorita, Dinamarca, se alzó con el triunfo sin que otros países con el mismo potencial pudieran hacer nada por remediarlo. Pero quiero hacer aquí de abogado del diablo subrayando que Dinamarca no lo ha tenido tan fácil como otros ganadores. Tuvo que esperar a que tan sólo faltasen 4 países por votar para que su victoria fuese matemática. Apenas 67 puntos la separaron del segundo puesto, que recayó en Azerbaiyán. Y esa diferencia, con 39 países votando, créanme que no es gran cosa. Más aún si lo comparamos con los 113 puntos de ventaja que consiguió Loreen por Suecia el año pasado. O los 169 que separaron a Noruega de Islandia en el año 2009. ¡ÿsas sí que fueron claras victorias! Victorias que, además, se conocían de antemano, sin dejar margen de dudas en las apuestas previas. En mi opinión, la excesiva repetición del título "Only teardrops" a lo largo de la letra ha tenido mucho que ver en ello.
Pero, ¿cuál es la diferencia entre España y Dinamarca? ¿Qué tiene la canción danesa que no tenga nuestro "Contigo hasta el final"? Pues buen hacer, señoras y señores. Ni más ni menos que buen hacer, interés y esfuerzo por ganar Eurovisión. La dudosa práctica de TVE de seleccionar internamente a sus representantes, por mucha carrera artística que tengan detrás, hace que los espectadores tengamos que elegir el tema musical entre unas opciones muy escasas y con poca diferencia de estilos. Elegimos la canción porque, de entre las cuatro que ofrecen, es la que más gracia nos hace. Pero no por ello va a triunfar en Eurovisión. Para eso hay que currárselo, pasarse meses devanándose los sesos, realizar una composición digna de encontrarse entre los mejores éxitos musicales y presentarlo a una preselección donde competirá con canciones de igual valía. Dense un paseo por las preselecciones de Noruega, Suecia, Islandia o Dinamarca y entenderán de lo que hablo. Están en Youtube (¡cómo no!).
Aún así, que sepan los señores directivos de TVE que esta fórmula tampoco garantiza el éxito. Si no, está claro que siempre ganarían los mismos. Por mucha impresión que nos dieran los vaticinios de Uribarri, lo cierto es que Dinamarca llevaba 13 años sin ganar. Incluso el año pasado tuvo que darse un paseíto por el fondo del marcador y conformarse con un vigesimotercer puesto. De hecho, en esos 13 años lo que más abundaron fueron los primerizos en alzarse con el triunfo. Para que se vayan haciendo una idea de lo duro que es competir en Eurovisión, la misma Suecia ni tan siquiera logró pasar de las semifinales hace 3 años. Está claro que el que la sigue la consigue. Y que los cuatro países que mejor quedaron anoche optasen por una preselección de las características que menciono, no creo que sea una casualidad.
No me gustaría cerrar esta columna sin antes hacer una crítica constructiva hacia los comentarios de José María Íñigo. Ayer yo alababa en este medio de comunicación su estilo informativo, en contraposición a la opinión pura y dura que nos ofrecía José Luis Uribarri. Por la noche, sin embargo, me he topado con el doble de Uribarri, con sus mismas predicciones y sus mismos fallos. Es un gran error que, conociendo de antemano lo mal que vamos a quedar, lo intentemos justificar con el supuesto voto geopolítico. No niego que exista, pero reitero que nunca determinó el ganador de Eurovisión (sin contar la duda de 2011). Flaco favor le estamos haciendo al festival y a nosotros mismos, que seguiremos por los siglos de los siglos encerrados en esa burbuja y consolándonos con la creencia de que nada se puede hacer para ganar. Y si no, que se lo digan a Suecia y a Dinamarca.
19.05.2013