Manuel Pérez Lourido
Incógnitas
Incógnitas las que han dejado las elecciones generales sonando en el viento que trajo a la península un Dylan en plena forma a sus 78 años (los cumple a finales de mes). ¿Cómo gobernará Pedro Sánchez? Sabemos que prefiere hacerlo en solitario, nos han fastidiado, pero ¿habrá quién le firme un cheque en blanco? De eso no queda ya porque nunca lo hubo (¿a ustedes no le gustan estas frases paradójicas?). Entre Rivera y Sánchez no hay feeling, y si alguna vez lo hubo, lo habrán gastado pero no de tanto usarlo. Unos y otros se han encargado de dejar claro que no se van a encontrar porque no piensan buscarse. Bueno, lo hizo más Rivera, en plan la fábula de la zorra y las uvas, que estaban verdes, como las ganas de la militancia socialista (me da la risa cuando escribo "socialista” para citar al PSOE, pero no pasa nada, es una risa floja) de maridar con Ciudadanos.
Podemos, en cambio, con mucha más mesura que en la última ocasión, ha ofrecido apoyo a cambio, eso sí, de entrar en el gobierno. Necesitan los de Iglesias pisar moqueta ya, no pueden pasar tantos años en la segunda fila, que se le escapa la chavalada a otros proyectos más suculentos, al menos a priori. Podemos necesita proyectar la idea de que es un partido para gobernar, acabados los tiempos de tirar piedras a las ventanas del sistema. Rompieron unos cuantos cristales, por los que entró el aire y el miedo de los poderosos se escapó corriendo hacia lugares sórdidos desde donde se intentó desestabilizar a la emergente formación con la ayuda de periodistas sin escrúpulos. Pero esto es precisamente lo que no le interesa al PSOE: que los de Iglesias se muevan hacia su espacio no le conviene.
Mientras, sin perder su mayor atributo político (su inagotable sonrisa), Pablo Casado lamenta su estrategia suicida de hacer ver que el PP podía ser tan de derechas como Vox, que es algo que no hace falta recalcar, aunque tras Rajoy pensaron que sí. Ahora, además, ha de devolver a su sarcófago a Aznar, tras pasearse con él de aquí para allá. Con Suárez-Illana, quién sabe qué hará. Lo cierto es que lo sucedido con Casado, desde que Cospedal le puso en bandeja la presidencia del partido, me recuerda aquella canción de Sabina: "No voy a negarte que has marcado estilo / Que has patentado un modo de andar / Sin despeinarte por el agudisimo filo / De la navaja de esta espidica ciudad / Salias a hacer turismo al borde del abismo / Pero creo que de un tiempo a esta parte / Te has deslizado al lado marrón / Tu que eras un maestro en el difícil arte / De no mojarte bajo un chaparrón / Como te has dejado llevar a un callejón sin salida? / El mejor dotado de los conductores suicidas ".
Ciudadanos ha tenido un éxito notable que tal vez no haya sido realzado en consonancia, seguramente porque no le va a servir de mucho, toda vez que los problemas de feeling (o sea, los de la ausencia del mismo) entre su líder y el del PSOE lo marginan de la presencia en el futuro gobierno. Y además están los gritos famosos de la militancia socialista borracha de euforia, "con Rivera no, con Rivera no”. Pobres, no deben saber acaso que, si hiciese falta, con Rivera, con Ribeiro o con Alvariño; todo con tal de sumar. A Albert Rivera se le está poniendo cara del joker de la baraja inglesa, por aquello de hacer de comodín.
Lo cierto es que atravesamos un compás de espera impuesto por la próxima cita electoral del 26 de este mes, que dará paso a pactos, ententes, convergencias y componendas varias. Solo hay que desear que sean para bien.