Pedro De Lorenzo y Macías
La feminidad: Vida y esperanza de futuro
En el mundo occidental la conceptúa como portadora de comprensión, delicadeza, educación, cuidados con su descendencia y más valores. Han sufrido presión, marginación. Ciertas culturas las obligaron a seguir estos cánones, privándola de la igualdad entre personas.
En muchas culturas tribales la mujer era libre y respetada. Podía elegir esposo, ya por amor, ya por su interés natural. Tenía los mismos derechos que la masculinidad. Eran las cuidadoras de la familia: trabajan sus campos, criaban sus hijos, luchaban hasta la muerte en defensa de sus tierras, hijos,
esposo y vecinos.
En las comunidades paleo – agrícolas la mujer era el eje de la vida: matriarcado, contrapuesta al patriarcado; éste la esclavizó, haciéndola esclava a sus intereses.
Una mala traducción bíblica la consideran como el origen del pecado, descalificando su igualdad. Las culturas de la supervivencia de las civilizaciones las consideró esclavas o libres, bajo dominio del varón o igualdad en su entorno.
En la antigüedad clásica la consideran progenitora y creadora de la vida; su religiosidad se centraba en diosas femeninas. El culto al sol, representaba el
paternalismo; el culto a la luna, el matriarcado. Los dioses de la vida eran una pareja heterosexual matrimonial: crean la tierra, humanidad, con unas leyes naturales sabias, irrefutables.
En nuestro mundo celta era considerada como fuente de vida, de esperanza de futuro. Eran respetadas, admiradas; libre como el hombre. Ella se encargaba del hogar, el hombre de caza y en defensa de sus territorios. No había conflictos de machismo y feminismo exaltado de nuestros tiempos.
Los celtas, los judíos celebraban el embarazo de la mujer como un don divino. Su embarazo era motivo de festejo; la consideraban portadoras de vida y esperanza de supervivencia. María visita a su prima, anunciando su embarazo. Colón festeja en el 19 de diciembre del 1942 La Virgen de La O, embarazada y esperanza de vida. Es, en la actualidad, la patrona de la ciudad de Pontevedra.
El humanismo cristiano retoma la idea de la divinidad familiar, relacionada con la madre e hijo: Isis y Horus; María y Jesucristo.
En la Edad Media y el Renacimiento la identifican en sus tareas domésticas, en la vida monacal. Era considerada como prenda marital, bajo obediencia
masculina.
La iglesia católica introduce las advocaciones de Catalina de Siena, Teresa de Ávila. La mujer inicia ejercer papel político como monarca o reina.
Ocasionalmente la insertan en el ámbito militar como mujer guerrera: Juana de Arco, María Pita, Agustina de Aragón.
En el siglo XVIII se intenta introducir la igualdad de géneros. En 1791, Declaración de los Derecho de la Mujer (Olympe de Gouges); la declaración
política de Mary Wollstenecraft. No tuvieron eco, la mujer siguió de simple acompañante del varón.
En los inicios del siglo XX la mujer conquista el rol social, con una nueva ideología femenina conocida como Flapper: relaciones sexuales, alcohol y
tabaco, ropa ligera, luciendo sus encantos.
La segunda ola feminista plantea reformas de libertad sexual, reproductiva, el divorcio, la equidad laboral y su introducción en la política activa. A partir
de la década de los 70, la mujer se independiza económicamente, pero sus salarios no son igualatorios en el mundo empresarial.
No nos vamos a extender en la historia de movimientos feministas, ni analizar sus valores positivos y anti-natura. Siempre hemos defendido la igualdad entre seres humanos, igual salario en ámbito laboral. Facilidades y derechos para generar vida.
No depende de las empresas, se debe alcanzar un acuerdo político para que las mujeres logren su libertad plena: cercanía laboral de los progenitores.
Con todo ello, la mujer podría ejercer su índole natural: Ser Madre, generar vida y sentirse artífice de la continuidad etnia.
A todas las madres del mundo, nuestro reconocimiento y agradecimiento.
¡Ojalá los políticos, todos en unión, logren un acuerdo de futuro para vuestra liberación, ahora esclavas de los sistemas! Luchemos por la igualdad de
mujer y hombres. Alejemos las diferencias, los tópicos. Respetemos.
Pedro de Lorenzo y Macías.