Jacobo Mesías
Pontevedra, paraíso fiscal
Parece ser que los gallegos, además de tener un paraíso natural, también tenemos un paraíso fiscal. Tal como lo leen. Pero no piensen en grandes evasores fiscales con fortunas incuantificables. Lo nuestro es más de andar por casa, más campechano si se prefiere.
Esto que escribo viene a cuento de un artículo leído en un portal online dedicado al automóvil. Resulta que Pontevedra está en el top diez de provincias con el impuesto de circulación más barato del estado (IVTM). Esta lectura incendió mi curiosidad, y rebuscando un poco, localicé una noticia que situaba a la ciudad del Lérez "entre las diez consideradas paraíso fiscal del automóvil en España". Curioso ranking...
Parece ser que la gente se empadrona ficticiamente en determinados municipios, entre ellos Pontevedra, para ahorrarse unos euros en la "viñeta". Más allá de la singularidad de este hecho, creo que merece que hagamos una reflexión sobre el impuesto, porque quizá su formato no sea el correcto. Perseguir este tipo de ilícitos es más complicado de lo que parece, y cuando algo requiere de muchos medios, puede ocurrir que sea económicamente poco rentable para las arcas municipales. Algo parecido a lo que sucede con el impuesto de transmisiones en los alquileres, que mucha gente no conoce, y menos son los que lo pagan.
Quizá sería más conveniente que el impuesto de circulación adoptase otra configuración para que no hubiese las diferencias actuales. Que el vecino del pueblo de al lado pague menos impuestos por tener un coche similar al nuestro es algo difícil de comprender para el grueso de la población.
Por otro lado, también resulta llamativo que la mayoría de ayuntamientos, entre ellos el de Pontevedra, mantengan bonificaciones fiscales a los vehículos con más de 25 años (independientemente de que estén matriculados como vehículos clásicos).
En una época de grandes compromisos medioambientales, y con una clara vocación de purificar el aire de las grandes urbes, sacando los coches de las ciudades, parece contraproducente que se beneficie a aquellos que más contaminan. Y es que no es solo eso, sino que la administración envía mensajes contradictorios. Por un lado se incentiva la venta de vehículos no contaminantes, y la renovación continua del parque, pero por otro, los más antiguos se ven beneficiados por bonificaciones fiscales.
Aunque viendo cómo está la cosa, y las molestias que se toman algunas personas por pagar menos que el resto, no quiero ni imaginar cómo se pondría el asunto si en un ayuntamiento pagases el 100%, y en el de al lado no pagases nada.
Decía Keynes que evitar impuestos es una de las pocas actividades intelectuales que producen beneficios económicos. No iba muy desencaminado.