Jesús Iglesias
#Stopnazis
La permisividad de la Justicia española con los delitos perpetrados por el 'lobby' reaccionario es tan escandalosa que, después de firmar aquella salvajada tránsfoba que rezaba 'Los niños tienen pene, las niñas vulva. Que no te engañen', los ultras de Hazte Oír se han animado ahora a fletar otro autobús evangelizador con el mensaje 'No es violencia de género, es violencia doméstica' (parafraseando al 'popular' Pablo Casado). Tras el éxito de su primera misión nazi, en la que esta agrupación católico-fascista obtuvo la connivencia de algún juez incapaz de ver delito de odio en una proclama que hubiese entusiasmado al mismísimo Joseph Goebbels, los 'hooligans' liderados por Ignacio Arsuaga han decidido echar el resto y llevar de excursión al padre de su ideología: un Adolf Hitler 'almodovarizado' con unos polvos de maquillaje preside la nueva proclama criminal junto con el hastag #stopfeminazis. No sé qué me resulta más indecente, si el hecho de que existan psicópatas e indigentes intelectuales capaces de destilar unos efluvios tan atroces de machismo, transfobia, misoginia y homofobia, o que este tipo de arengas no tengan consecuencias judiciales inmediatas.
Alegan los señores magistrados (aquí sí) que la libertad de expresión que ejercen los cachorros del Frente Nacional debe prevalecer. Intuyo que debe prevalecer no solo sobre un hipotético delito de odio, sino incluso sobre la razón y el sentido común. Al margen de las serias dificultades que los miembros de la carrera judicial parecen tener para que sus tendencias ideológicas no se dejen traslucir en sus dispares criterios y decisiones, una sociedad que presume de democrática no debería consentir la existencia de mensajes que atentan contra el más esencial de los derechos: el de decidir quiénes somos. Afirman indignados jueces y abogados que los periodistas tergiversan sus resoluciones y que la ciudadanía no está capacitada para entender los entresijos de las sentencias que dictan. Y lo cierto es que, como le respondí a un letrado en relación al caso de 'la manada', estamos los legos deseando, en efecto, que sean transparentes y salgan de una vez a explicárnoslas. Porque, a pesar de los incontables juicios verbales y de jurado a los que he asistido como periodista, sigo sin comprender por qué se condena a 'tuiteros' y raperos por delitos de odio y, sin embargo, se deja campar a sus anchas a la jauría fascista. O más bien, lo comprendo de sobra, ya que, como ellos, conozco el amplio margen de interpretación personal que se esconde en cada artículo y en cada palabra.
Una de las claves esenciales de la convivencia democrática consiste en respetar a los demás, a sus ideas y a sus modos de pensamiento (eso tan sencillo de "vive y deja vivir"). Pero si somos realmente coherentes con esta regla básica, y no queremos caer en un oxímoron, no podemos respetar aquellas ideas que atenten contra las ideas de otros, contra su derecho a decidir y su identidad. En una sociedad decente no se pueden consentir ideologías que se fundamenten en el odio hacia otros seres humanos. Hazte Oír debería hacerse oír, pero en el banquillo de los acusados. Quizás allí puedan aclarar también cómo y quién les ha dado gato por liebre con los penes y las vulvas. Cuántos jóvenes confundidos nos hubiésemos ahorrado si escuchásemos a Arsuaga hablar sobre 'pirolas' y a Pablo Casado sobre embarazos.
La coherencia de una sociedad en la que las pautas sobre sexo y vida en pareja las establecen unos tipos que han hecho voto de castidad. La misma que grita al ateo "¡Cuando estés para morir, ya te acordarás de Dios!" (que un acto de fe dependa del miedo ya revela mucho sobre él), pero que acude al médico de cabecera hasta para aliviarse los dolores del alma. Una absurda sociedad tan chiflada como el 'cantante' Miguel Bosé, al que, en uno de sus más recientes brotes psicóticos, le dio por hacer un alegato en favor de la homeopatía, en un tuit en el que logró conjugar las palabras Sánchez, Cataluña y farmacéuticas (esta vez no consiguió rimarlo con Venezuela). En efecto, a Bosé le parece que el anuncio del Gobierno en contra de esta peligrosa estafa guarda relación con su respaldo al 'lobby' farmacéutico. Tan irónico y antitético como pertenecer a un colectivo fascista y travestir el rostro del 'Führer' para tildar de nazi al colectivo feminista. Como poner al frente de Juzgados de Violencia de Género a magistrados que opinan sobre la mujer lo mismo que Hazte Oír, que Casado, Rivera y Abascal. Como una Justicia indolente, arbitraria y complaciente con delitos de odio tan abrumadores.