Kabalcanty
Un evento con flores y nata (Parte segunda)
Entrada la madrugada a Octavia le gustaba sorprender con algo que cada vez era menos inesperado. Traían una tarta de nata de considerables proporciones con las luces previamente apagadas, sólo dos velitas dispersando chispazos variopintos en lo alto. Súbitamente salían de su interior dos jóvenes cubriendo sus partes pudendas con algodonosa nata en forma de tanga. Ella esbelta, escultural, dando dos o tres cabriolas hasta desaparecer por una puerta; él varonil, fornido, saltando atléticamente hasta perderse por otra puerta diferente. Un clásico en las veladas de Octavia.
La gente aplaudía y parecía de verdad fascinada pero en breve se olvidaba.
Santi miró el espectáculo con indiferencia, apreciando el efecto en los demás, inclinando su copa hasta vaciarla.
Octavia, encendidos su pómulos y con los ojos chispeantes, se le acercó para arrastrarle entre los invitados.
— Aquí le tienes, Cosme -dijo, ofreciéndole en una reunión de tres hombres- Santi es el mejor en eso pero es un desastrado en sociedad. Aquí te le dejo.
Cosme Lazcano no era otro que el tipo calvo que se tiró en el jardín a Celio Vasco. Los dos jóvenes efebos que estaban de cháchara con él, se dispersaron haciendo un leve gesto con la cabeza.
— Un gusto conocerle.
Le dijo a Santi, tendiéndole la mano.
— Octavia exagera mis dotes, señor Lazcano.
El hombre parpadeó un par de veces, como en un tic, y se pasó la lengua por los labios para relamer la humedad de la bebida que tomaba.
— No es sólo Octavia, sé de su olfato -dijo sentencioso- Es un negocio diferente a los que me manejo el que quiero emprender y creo que usted me puede aconsejar oportunamente.
Detrás de Lazcano una jovencita dejaba que un tipo con las sienes plateadas le succionara los pezones. La chica parecía ida (los párpados cerrados, la mirada ausente y la boca ladeada) apoyada sobre la cabecera de un sillón de terciopelo rojo.
— Verá, tengo intención de abrir una especie de sauna intelectual, digamos que con la relajación del vapor se mezclen también los libros, las exposiciones, las tertulias.- hablaba de forma pausada, haciendo resonar las eses con delectación- Preferiría que sólo fuera para hombres y no porque sea misógino, para nada, entiéndame, es sólo cuestión de forma no de fondo. La intelectualidad homosexual está en auge y yo soy un negociante.
Santi le recordó en el jardín hacía unas horas y de sobra “comprendía”.
— Es importante escoger el barrio idóneo; ese negocio en sitio equivocado puede ser una auténtica ruina.
Santi se vio obligado a parecer interesado.
— Exacto, Santi, eso es. Y es precisamente ahí donde le necesito a usted. Todos sabemos que no hay sitio de actividad cultural en la ciudad que Santiago Ulloa no controle.
Santi sonrió a medias y se encogió de hombros desplegando intrascendencia.
Tenía ganas de otro trago de algo fuerte viendo que el vaso de Lazcano estaba casi entero.
— Le daré una vuelta -dijo improvisando- y prometo llamarle cuando tenga algún lugar idóneo. Un amigo de Octavia es alguien con privilegio para mí, señor Lazcano.
Cosme le sonrió efusivo y rebuscó en el bolsillo interior de su bléiser.
— Pero tuteémonos, caray. Mira, llámame. -le dijo campechano y tendiéndole una tarjeta- Cuando lo tengas quedamos a comer en La Gruta de Roland que tengo mesa a diario.
— ¿Te llamo después de la diez y media?
Preguntó Santi con toda la intención.
Cosme titubeó, se pasó la mano por la calva tratando de recordar algo y luego hizo una mueca con los labios.
— Yo estoy en el despacho desde las nueve o nueve y media, o sea que cuando quieras a partir de esa hora.
Santi se despidió con el pulgar hacia arriba y un intento de guiño.
Fue directo hacia el mostrador para servirse con urgencia un trago. Dio un sorbo profundo, sin hielo, hasta que sintió hervir su estómago.
A su lado, sentado en una butaca tapizada con remiendos polícromos muy llamativos, sentaba cátedra Pablo Siñeriz, un novelista que batía los records de ventas con sus libros violentos de sangre y sexo. Se decía que había pasado de malvivir en un barrio dormitorio del extrarradio de la ciudad a poseer un ático desmesurado en el centro urbano y un Jaguar F-Pace. A sus pies, escuchaban su charla un grupito de jóvenes que levantaban su vaso asintiendo en silencio sus palabras.
— ….. y no sólo el personaje se desmorona si no lo has vivido antes, sino que la intriga deja de serlo si no se trasluce una realidad que brota de tu piel. Las novelas no se escriben desde la ficción pura, nacen de una vivencia que ha viajado por ti a los estercoleros más inmundos. La palabra brota antes que decidas escribirla porque es ella la que ha decidido ser sangre y vómito, ella se escribe en las calles, en los cadáveres, en las noches en las que estuvimos sin ser vistos porque, en realidad, no deseábamos estar allí. Pero todo es irremediable aunque ni se nos ocurra escribirlo. La literatura es el pésame de…..
Santi vació de otro trago el vaso y se escurrió al jardín de nuevo. Aborrecía en ese instante fumar pero sacó el paquete de cigarrillos y encendió uno dejándolo colgar de su labio como un apéndice ostensible.