Milagros Domínguez García
Algo estamos haciendo mal...
En mi opinión para entender el acoso entre menores no deberíamos ni siquiera establecer diferencias entre quien lo sufre y quien lo ejerce, ya que quizá son víctimas los dos. Uno víctima de la intolerancia y el otro de si mismo.
El acosador demuestra con su actitud la huida de la soledad y la incomprensión que siente, causando daño en alguien vulnerable, aplicándole un castigo seguramente muy relacionado con los sentimientos y opinión que alberga sobre si mismo. Quizá reproduciendo lo que recibe de otros.
Por otro lado tenemos al acosado, que sin quererlo se ve envuelto en una trama que no va con él y que difícilmente superará si se le ignora. Obviar esos síntomas es casi peor que el abuso en si, ya que por su escasa edad y falta de madurez no encontrará recursos para solventar su problema.
Los niños han de ser escuchados. Todos han de ser escuchados. Los que sufren el atropello de sus compañeros y los que sin piedad vuelcan toda su ira en iguales a los que consideran frágiles, fáciles de manipular e inferiores.
Creo que las secuelas para ambos serán un condicionante en su desarrollo como adultos.
Por una parte el acosado tendrá minada su autoestima y podría entender incluso que la sumisión es una tabla que le puede salvar. Intentará mantenerse en la sombra, no dar muestra alguna de méritos o cualidades para evitar así que su brillo llame la atención sobre aquellos que intentarán castigarle por ser como es.
Que peor cosa puede existir, que tengas que ocultar quien eres para no ser mortificado.
El acosador crecerá frustrado y sus únicos logros los conseguirá ocultando los de otros. Pisará a todos aquellos que puedan ensombrecerle, los difamará, los insultará y si tienen ocasión los golpeará. Su vida adulta será la historia de un mediocre que solo ve el camino del sometimiento de otros para subsistir.
En cualquier caso y siempre en mi humilde opinión el acoso entre menores es un grave problema dado por la falta de la educación en principios, valores y ética.
Habría que crear un decálogo.
Si, parece ser que nuestra sociedad carente de sentido común necesita que todo vaya listado para así evitar tener que usar su criterio, porque para ello quizá habría que reflexionar sobre quienes somos, y lo más importante aún, de donde venimos.
Creo que ahí está la clave, el intento absurdo de volar tras un avance progresista que nos hizo quizá desestimar aquello que nuestros "anticuados" padres ponían en práctica con nosotros.
Aquellas indicaciones del respeto al prójimo, a nuestros mayores, a las normas y a nuestros principios, pero que por razones que desconozco actualmente son términos caducos o como mínimo han cambiado sus acepciones porque de otra forma no se explicarían determinados comportamientos.
Hoy también se considera que corregir a un mentiroso puede ser que inhiba su creatividad y al fin y al cabo los ejemplos actuales de donde dije digo, digo Diego, nos vienen de personas exitosas que no pagan por sus falacias ni por el mal uso del poder.
Decir a un niño aquella frase tan socorrida de "porque lo digo yo" hoy se considera sometimiento de su voluntad, y claro nos alejariamos del progresismo democrático y no sea que nuestro pequeño de 6 años crea que vive en un estado de represión que condicione su vida. Podríamos incluso hacerle entender que nosotros, sus padres, ostentamos el "poder" y eso menoscabe su incipiente desarrollo impidiéndole llevar a cabo su libre albedrío.
Hay que ocultar nuestras carencias de alguna forma, y quizá diciendo que nuestro hijo es inocente de todo y cualquier cosa, nos evitará el insomnio que produce el pensamiento de "qué estoy haciendo mal" . Y si hace falta acudir a la facultad para agredir a ese profesor que osa no puntuar como nosotros estimamos a nuestro hijo, pues se agrede, y ya de paso, nuestra "pequeña" de 18 años entiende que la vida no se busca, la arregla mamá, aunque sea a paraguazos.
La lista seria infinita, ya que todo está sujeto a indicaciones que no nos hagan responsables directos de nuestra falta de implicación.
Pero mientras tanto, mientras desarrollamos el tan necesario listado, donde alguien nos explique lo que está bien o mal, atendiendo además al progreso progresista, los casos de acoso se siguen sucediendo y esos pequeños acosadores y acosados continúan su camino hacia la edad adulta, pero con una base tan frágil y condicionada, que no tendrán criterio para terminar de crear el decálogo que sirva para educar a las próximas generaciones.
En cuanto esperamos podríamos echar mano incluso de los profesionales que trabajan para evitar estos sucesos, que intentan hacernos llegar el mensaje de que a través de la educación podremos mejorar la sociedad y la vida de nuestros hijos, pero a veces siento que son vistos como padres y ya sabemos que lo demodé nos insta a revelarnos, no vaya a ser que alguien nos haga ver que... "algo estamos haciendo mal"...