Manuel Pérez Lourido
Disparates Real Madrid
Todo articulista ha de escribir de vez en cuando sobre el Real Madrid, pues se trata de un género insólito que combina la tragicomedia, la novela clásica, el folletín de toda la vida y, sobre todo, el realismo mágico. No se debe despreciar esta oportunidad que se renueva cada temporada.
Hablamos de un equipo que lleva tantos años instalado en la decadencia futbolística que se ha permitido el lujo de ganar cuatro de las últimas cinco champions con el único objetivo de justificar la campaña. Claro que era el único torneo en el que participaban: de la copa del rey se bajaban en cuanto el sorteo les emparejaba con un equipo medianamente potente como el Alcorcón y jugaban la liga española por pura obligación. Eran sus partidos de entrenamiento para la competición europea. Sin un patrón de juego, la plantilla se limitaba a pasar eliminatorias de Champions como pudiese y plantarse en la final para ganarla a toda costa, en el último penalty de la tanda si era necesario. Les salió bien. Fichaban entrenadores que, más que aplicar tácticas que apenas habían sido puestas a prueba en el Castilla (segunda B y tercera) tenían que tener al vestuario enchufado para jugar los miércoles. Sólo había un tipo que se partía ostentosamente el espinazo cada vez que se calzaba las botas. Máximo goleador en la historia del club, cuatro veces bota de oro, etc, etc, velocista hipermusculado y engreído, funcionaba como catalizador energético de un grupo que tendía a la flojera. Pensar que desprenderse de esa mecha no iba a afectar a la combustión de la mezcla era no pensar, simplemente. Pero el presidente del club decidió que un año en blanco no importaría si luego se cubría el estadio y se sentaban las bases para convertirlo en nave espacial con el paso del tiempo. El astronauta jefe diseñó una estrategia consistente en convertir el primer equipo en un vivero de jóvenes talentos que entremezclar con las viejas glorias a las que le queda poco de esto último y daban sobradas muestra de lo primero. Incapaz de retener al último alineador que había conseguido que la tropa se alistase para la champions, reclutó al seleccionador nacional en un momento sonrojante tras haber recibido tres negativas de otros tantos y ambiciosos pero no insensatos entrenadores, que sabían de la descomposición de la banda. Todo esto es vox populi y lo demás también. El Madrid sigue en caída libre, montaña abajo, y en esa trayectoria se ve frenada de cuando en cuando por un árbol, como el campeonato de clubes, con lo que puede que alguno quiera pensar que se ha detenido, pero la ley de la gravedad es incontestable, y la situación provoca un bochorno tras otro.
Tanto es así que hasta el actual entrenador ha decidido gritarlo a los cuatro vientos, declarando tranquilamente, tras un empate en liga con el antepenúltimo clasificado, que en el club se subestiman los empates. Por poner excusas, ahora hasta se protesta por el VAR. Si el mandamás lo cesase inmediatamente para reclutar a Toñín el Torero, seguro que parecería un disparate, por lo que es algo que no se debe descartar.