Pedro De Lorenzo y Macías
El morito Juan y su General
Fotografía: © Amigos de Campongo.
¡Qué belleza! El puente de la Tablada mimado por el travieso Gafos. Al fondo los eucaplitales de nuestro Pazo. No está en la panorámica. Unos metros a la derecha se ubicaba la casa del General, con su huerta de tentandores cakis. ¡Nuestra tentación! ¡Aquellos años 50…!
La calzada, Tablada, era de arenal. Las lluvias la encharcaban, obligando a mayores y pequeños a esquivar los ollos, o lagunas de barro. En invierto vestíamos pantalón corto, catiuskas, gabardina de antigua generación; unos pocos usaba la boina de su abuelo. Los paraguas sufrían destrozos… ¡cómo
azotaba el viento!
¡NOTICIA! "Llegó el general de Marruecos y trajo un morito". En la barbaría de mi amigo Joaquín, en Bar Manolo, se comentaba el suceso. Lo había
traido para cuidar de sus dos arábicos caballos. Copito era de blanco algodón, con ojos de azabache; nervioso, inquieto y caprichoso. No le agradaba el General.
Negrito, de compostelano azabache, se mostraba más sereno y amigable.
Morito Juan era de baja estatura, alegre y comunicativo. Vestía un extraño uniforme: pantalones bombachos que parecían faldas, de caki; unas vendas
hasta sus zapatos. La guerrera era distinta y su gorro, rojo con un pompón negro. Estaba de quemado moreno por abusar del sol. Era el cuidador de los
caballos de su excelencia.
La caballeriza estaba en la parte este del cuartel, con todo lujo; produciendo envidia y comentarios equinos por las mulas, las trabajadoras. Morito Juan
apaciguaba. Por la puerta trasera paseaba a sus dos amiguetes por el Pazo, sembrando admiración a los niños de entonces.
Manuel Castro nos contaba. "Ayer el General decidió ir a revisar la batería en Figueirido a caballo. El Morito Juan le aconsejó que montase a Negrito.
¡Ja! El tenía el mando y obligó a Copito que lo llevase. Salieron por puerta trasera, enfilaron el Colecio de la Once. Llegados a San Blas, Copito relinchaba y estaba hasta las orejas de insultos y gritos del alto mando. Paró en seco, despidiendo al general que aterrizó con sus gruesas posaderas…, ¡eran como rojos tomates!
En silencio vuelve al cuartel. Morito Juan delante y en medio de los bravos caballos el general, serio, pensativo y……, un poco molesto. Hubo jocosos
comentarios entre la tropa y civiles ante tan aparatoso incidente. Los artilleros comentaron este hecho en tono divertido.., llegando a nuestros entornos. ¡Chistes y graciosas ocurrencias circularon! Molesto Su Excelencia promulgó un bando: "Viernes, consejo sumarisimo de guerra contra Copito".
Se celebró el auto, estando presente Copito. No tenía abogado, por suerte los equinos no ejercían la abogacía. Los cargos eran de aúpan: Rebelión,
atentado de asesinato, desacato y otras historietas. ¡Fue condenado a muerte sin honores y fusilamiento! Preparados los eventos para la ejecución.
Morito Juan se puso delante de Copito:
- ¡Excelencia, yo ser culpable! ¡Fusílime y deje vivir a Copito! Es joven e irresponsable.
Toda artillería y presentes quedaron perplejos. Al General le resbaló una ligera lágrima. En su corazón había humanidad. ¡¡Indultó a los dos!!
Celebraron el acontecimiento y todo volvió a la normalidad. Salían de paseo. Negrito Juan en compañía de su Copito. El General iba orgulloso en cima de
Negrito, que le agasababa, haciéndole la pelota.
Éramos peques. Cierto que vimos de paseo al General con su idílica tropa de caballería. ¡Le teníamos un miedo de narices! Era de genio duro,
disciplinado. Los niños de los 50 envitábamos su encuentro. Sentíamos gran cariño por todos los mandos de Artillería, que siempre eran atentos con
todos y amigos de nuestros padres.
¡Tal fue su gran fama que a la "Tablada" la denominaron General Rubín! Hasta el momento sigue con el nombre. ¡Qué la fortuna le acompañe! No
cambien el nombre e invíen al General a la "reserva forzosa".
Pedro de Lorenzo y Macías.
Nota: General Rubín fue militar a final del siglo XIX y principios del XX. Murió antes de la guerra estúpida del 36. Los niños del 50 creíamos que era nuestro General.