Manuel Pérez Lourido
Selfies, influencers y cosas semejantes
He leído por internet, que es donde me informo de todas estas mierdas, que una de las Kardashian ha sido diagnosticada de un problema en la muñeca debido a la desaforada práctica de hacerse autofotos ("selfies"). Vamos por partes: qué rayos tiene uno que ver con las Kardashian. Es decir, cómo, cuándo y por qué he llegado a ser consciente de su existencia. ¿Pude haber hecho algo por evitarlo? Para que se hagan una idea: un tipo Belén Esteban pero con más pasta, más sofisticado encanto ("glamour") y en paquete ("pack") familiar. Gente que no ha dado un palo al agua en su vida y que no sabrían cómo hacerlo en el improbable supuesto de que se viesen alguna vez abocados a ello. Gente, hablamos ahora de la muñeca lesionada, o sea, la de la muñeca lesionada, que a pesar de su dotación cromosómica (o tal vez debido a ella) son capaces de crear tendencias con un clic que suba una foto o pensamiento (valen sucedáneos) en instagram o twitter. Solo tienen que hablar mal de algo o de alguien para que las acciones del elemento denostado bajen al nivel de la caca en todas las redes sociales. Y viceversa: lo que esta gente bendice acaba yendo a misa. Son gente de gran influencia ("influencers"), lo cuál, en principio, más que de la bondad de su criterio, lo que manifiesta es la gran cantidad de imbéciles con acceso a internet que están dispuestos a dejar que su barca la maneje cualquiera, aunque la lleve a la deriva o al suicidio intelectual.
Lo que hay es mucha falta de discernimiento, mucha ausencia de comprensión lectora, un enorme desapego del sentido común y toneladas de tontería por todas partes. Tal vez es que hemos dimitido del ejercicio de la reflexión habida cuenta de que la realidad sobre la que reflexionar es un concepto en el que apenas podemos meter la cuchara porque lo hacen por nosotros las grandes empresas, las entidades bancarias, las eléctricas, las telefónicas, etc y nuestra capacidad de decisión es ínfima porque aquellos a los que designamos para decidir por nosotros tienen como prioridad mantener su propio culo en el asiento donde los hemos puesto.
Como resultado de todo esto, el latrocinio. Nos roban a todas horas, por tierra, mar y aire. Una vez cubiertas nuestras necesidades básicas, todo lo demás es susceptible de ser depredado por activa o por pasiva. Y no hablemos de salarios que no llegan ni para lo básico, que también hay de esos. No es difícil sin embargo habituarse. Todo el tinglado forma parte de un sistema al que ayuda muy poco la tendencia del ser humano a defecar sobre sí mismo. Ahora, lo único que falta es que nos tiremos al río ("from lost to the river", jejé) y nos dejemos llevar por la corriente.
Dejemos de comprar en las tiendas de baratijas sociales, hundamos en la miseria los programas miserables, votemos con la cabeciña...