Manuel Pérez Lourido
Clases de fútbol
El Madrid es una serie de Netflix. En otro tiempo era un serie de argumento y desarrollos clásicos, pero se ha transformado en los últimos años. Comenzó sus episodios de mayor éxito en la época de Santiago Bernabeu, el franquista más adorado de este país. Un titán que gobernaba el club como si fuese una panadería de barrio. Eran otros tiempos, pero están aún en este, porque el Madrid, el Barsa y también el Pontevedra tienen en común que viven bajo el peso de su historia. Haga lo que haga el Pontevedra CF, siempre va a tener al equipo del "Hai que roelo" como referencia. Eso nos enseña que no hay como fracasar en la vida para no tener que ir con la lengua fuera detrás de las expectativas generadas por un éxito puntual.
El Barsa y el Madrid son una pura expectativa. Son la expectativa en bruto, a la que temporada tras temporada hay que pulir y sacar brillo para obtener alguna gema que será añadida a la colección de las mismas que atesoran esos clubes. Es la expectativa de nuevos títulos la que mueve esas inmensas maquinarias de generar déficits, no los títulos. Es el deseo el que arrastra a sus seguidores, no la mustia colección de entorchados. Claro que el mito arrastra mitómanos, es para lo que está, pero el mito sin deseo es un amor sin pasión, una entrega pasiva y frustrante.
El Pontevedra deambula por segunda B porque cada temporada extiende una invitación a soñar con el ascenso a Segunda. Aunque la plantilla sea floja y los rivales temibles, las expectativas están ahí, al acecho, saltando a la mente en cuanto se ganen tres partidos seguidos. Cuando las cosas se tuercen el estupor es tan grande que se termina peleando por no descender, como el curso pasado. El actual entrenador se ganó la renovación salvando in extremis a un equipo al que el cesado había dejado fuera del descenso.
El Madrid es un guión alocado tipo Arrested Development y está obligado al más difícil todavía. Ahora ha tocado fichar al seleccionador nacional (porque nadie quería apuntarse a la locura de este año) y deshacerse de su máxima estrella. En vez de fichar a un goleador, andan detrás de otro portero. El cerebro del equipo oye cantos de sirena desde Italia. La estrella mediática ha pasado a ser un galés que tenía pie y medio fuera porque se pasa media liga lesionado. Los hermanos Marx no tenían tanta chispa. Pero el Madrid saldrá adelante porque esa y no otra es su misión en la vida. Sobrevivir generando expectativas. Al Barsa le pasa tres cuartos de los mismos, con el agravante de ser más que un club. También lo es el Madrid, por cierto, pero no anda por ahí pregonándolo. Incluso deja que el Atlético sea también más que un club.
El Pontevedra CF en cambio es el sueño de una ciudad por ser de Segunda. Humildes que somos.