Luis López Rodríguez
En defensa del buen periodismo
Creo que fue Ortega hacia el final de La rebelión de las masas quien escribió aquello de que <<toda realidad que se ignora prepara su venganza>>. La sentencia es dura, amenazante e invita a quien la lee o la escucha a replantearse si ha prestado la atención suficiente a aquellos asuntos que pensó podría solucionar haciendo uso del desprecio, la desidia o el silencio en un intento de dejarlos pasar hasta que caigan en el olvido o se solucionen por sí mismos. Cualquiera que siga un poco de cerca la política nacional y haya visto como en más de una ocasión se han aplicado estas prácticas con éxito, ya habrá advertido que la cita no es del todo acertada. Pero en ocasiones la profecía se cumple.
Hace casi un año, el 22 de Junio de 2017, el pleno del Congreso aprobaba la reforma de RTVE para que la dirección de la compañía tuviera que ser aprobada por consenso en el Parlamento. La ley contó con el voto favorable de todos los grupos parlamentarios. Se respondía así a una demanda que provenía, entre otros, de los propios trabajadores de la cadena, quienes vienen denunciando desde hace tiempo la falta de pluralidad e independencia necesarias para ofrecer un servicio de calidad destinado a la ciudadanía. El caso es que el partido en el Gobierno ha preferido ignorar -a pesar de los numerosos informes de manipulación y malas praxis que los Consejos Informativos realizan periódicamente- este mandato y prolongar en el tiempo tanto como le sea posible la dirección de la cúpula directiva. La última maniobra ha sido pedir a los letrados de la cámara un informe sobre la viabilidad de la propuesta aprobada hace casi un año.
Pues bien, ante los intentos del partido en el Gobierno por ignorar esta realidad, a saber, que la renovación de la cúpula directiva de RTVE es una necesidad acuciante en aras de ofrecer un servicio plural e independiente en favor de la ciudadanía, los trabajadores de la cadena, en una iniciativa que parte del grupo MujeresRTVE surgido a raíz del 8M, han decidido tomarse la venganza por su cuenta. Durante las últimas semanas, además de vestir de negro los viernes en forma de protesta, los profesionales del medio han decidido contar a través de redes sociales y en primera persona los casos de manipulación y las presiones a las que son sometidos para dar un tratamiento de la información que resulte favorable al partido en el Gobierno. La vergüenza a la que queda expuesto sería suficiente para que, al menos, se replantease su estrategia, pero todo parece indicar que seguirá optando por ignorar el problema.
Tal vez las presiones de los trabajadores no sean suficientes y cabe también la posibilidad de que quienes optan por la radio y la televisión públicas para informarse sigan confiando en su veracidad o siga sin importarles demasiado, pero para algunos ha sido todo un alivio el ejercicio de dignidad de estos profesionales en defensa del buen periodismo. Abren una ventana a la esperanza que algunos creíamos cerrada.