Tribuna Viva
El eucalipto: el mejor árbol del mundo
La relación económica existente entre las Administraciones Públicas (Xunta de Galicia, Diputación de Pontevedra y el Ministerio de Medio Ambiente), ENCE y el lobby del eucalipto, lobby que engloba a diversas empresas públicas y privadas, se hace evidente cuando comprobamos las inmensas puertas giratorias existentes en todos los niveles. Los intereses económicos, derivados del aprovechamiento del eucalipto a bajo precio debido a la gran oferta existente en Galicia, sumados a los relacionados con la extinción de incendios y al funcionamiento de ENCE, además de a los ignominiosos fondos públicos que se reparten a dedo para actividades que giran en torno a este polémico cultivo, hacen que desde distintos organismos o instituciones tengan que defender lo indefendible.
El Comité Científico de Flora y Fauna Silvestres, dependiente del Ministerio de Agricultura, concluyó que el eucalipto debería ser incluido en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras. Acto seguido, el día 6 de abril, se publicaba en la Voz de Galicia un artículo titulado "El malévolo eucalipto invasor", escrito por el ingeniero Enrique Valero, profesor titular de la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidade de Vigo.
El autor comenzaba dando una serie de ejemplos de especies alóctonas adoptadas por el pueblo gallego: la camelia, la almeja japónica o la vaca frisona. Este primer párrafo tiene como objetivo inducir al lector a pensar que ciertos sectores de la sociedad gallega sufren una especie de "racismo interespecífico", la "eucaliptofobia", alimentada (posiblemente, vaya usted a saber) por el característico olor de sus hojas. El autor intenta explicar que el eucalipto es un simple y sencillo extranjero, que no hace daño a nadie. Por desgracia, e intencionadamente, el autor olvida mencionar la diferencia existente entre una especie alóctona, que se desarrolla fuera de su distribución natural, y una especie invasora, la cual daña gravemente los ecosistemas que invade.
Curiosamente, cuando se habla del eucalipto desde el lobby de la pasta y tablero, nunca se menciona su capacidad de rebrote o su actividad alelopática (esto es, el eucalipto es capaz de sintetizar compuestos que son capaces de impedir el establecimiento de otras especies en su área de influencia). Tampoco se habla de su carácter pirófito: al eucalipto le gusta el fuego, y esta es una de sus diferencias clave frente a las frondosas. El fuego es muy frecuente en los lugares de distribución natural del eucalipto, y por tanto a lo largo de miles de años, este árbol ha desarrollado unas estrategias, no solamente de adaptación para beneficiarse de los incendios, sino para fomentarlos mediante la producción de aceites inflamables. Es decir, los eucaliptos no solamente poseen la capacidad de convertir un monte en una bomba incendiaria, sino que además son capaces de desplazar después de un incendio a las especies colonizadoras naturales, que son las encargadas de dejar paso en último término a nuestros queridos bosques autóctonos.
Los argumentos incluidos en el dictamen del Comité Científico no son en absoluto discutidos por el autor. Sin embargo, intenta vendernos otros argumentos sustentados en la omisión deliberada de datos irrefutables. Por ejemplo, es más que discutible la supuesta regulación del ciclo del agua por parte de los eucaliptales. Ciertamente, las especies arbóreas, mediante el proceso conocido como evapotranspiración, son capaces de devolver hasta el 70% del agua hacia la atmósfera después de las precipitaciones. De hecho, es por esto que después de unas precipitaciones no muy fuertes pueden producirse inundaciones en una zona que se ha visto previamente afectada por un incendio. En cualquier caso, el problema de las crecidas no es un problema de la naturaleza, puesto que los ciclos naturales incluyen estos episodios que se desvían de la "normalidad", sino de una gestión y ordenación deficiente del territorio, más pendiente de la recalificación y el beneficio urbanístico que de la lógica. Además, esta regulación del ciclo hidrológico es llevada perfectamente a cabo por un ecosistema de ribera sano y autóctono, compuesto no por un monocultivo, sino por un mosaico vegetal de distintos estratos, desde el herbáceo hasta el forestal. Este mosaico vegetal, a su vez, provee de alimento a los ecosistemas fluviales. De hecho está demostrado que los ríos pierden biodiversidad cuando se plantan eucaliptos cerca de ellos, ya que las hojas del eucalipto no son tan apetecibles para los organismos que las procesan, y éstas supondrían el primer nivel de la escala ecológica fluvial (piensen que en los ríos no existe una producción primaria, como sí hay en el mar). Por cierto, ¿qué sucede en episodios de sequía, como el que hemos sufrido hace unos meses en Galicia, si tenemos un monocultivo con unos requerimientos hídricos tan elevados? Exacto.
Otro posible beneficio es la fijación más o menos rápida de carbono, la cual no puede ser una excusa para destruir (o, dado los pocos que quedan, intentar recuperar) nuestros bosques autóctonos. ¿Qué sentido tiene "mitigar" el cambio climático para proteger nuestros ecosistemas si ya los hemos borrado del mapa con especies invasoras?
Por último, no puedo no comentar los beneficios económicos que el cultivo del eucalipto deja en Galicia. Ciertamente, este monocultivo supone un ingreso extra para algunas familias. Ahora bien, ¿a qué precio? Otro concepto, desterrado in perpetuum por el lobby pastero, es el de coste de oportunidad. En román paladino: si ganamos 10 trabajando la tierra a costa de dejar de ganar 50, mal negocio estamos haciendo. El eucalipto alimenta a la industria pastera y del tablero, que son las industrias que menor valor añadido aportan a la materia prima. El monocultivo de eucalipto tampoco sirve para fijar población al rural, ya que es un cultivo que apenas requiere cuidados. La muerte lenta del rural no tiene fácil solución, pero desde luego ésta pasa por invertir en explotaciones que se alimenten del i+d+i, que sepan integrar distintas actividades que se complementen bajo el paraguas de la economía circular y de la sostenibilidad. La solución pasa por la inversión en la creación de un mosaico vivo de actividades que creen empleo de calidad y que vuelvan a fijar población en núcleos que, de otro modo, están destinados a desaparecer para siempre.
¿Es el eucalipto una especie invasora, desde el punto de vista biológico? En esa dirección apunta el dictamen del comité científico dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, así como todas las referencias bibliográficas que aportan en dicho documento, además de una extensa bibliografía científica. ¿Está invadiendo el eucalipto Galicia, perjudicando seriamente a nuestros ecosistemas y a nuestra potencialidad productiva? Sin ninguna duda.
David Crespo Pardo
Dr. en Biología Molecular y Licenciado en Ciencias Ambientales