Pedro De Lorenzo y Macías
Mendizábal: Desamortización y secuelas: Monasterio de Poio
Fotografía: @Sofía Lorenzo (Biblioteca del Monasterio de Poio).
Todo efecto conlleva series consecuencias. En el año 1755 en Lisboa se cuestionó la credibilidad en la protección divina, dando pie a los racionalistas. Estaba considerada la ciudad más pía, fervorosa; un baluarte de devoción, libre de escarnio, de castigo. La Plaza del Rossio era lugar de quema de herejes, condenados por la Inquisición.
El 1 de noviembre de 1755 se celebraban misas de Todos Los Santos, con sus velones, el pueblo entero asistía a las ceremonias. Se produjo un enorme terremoto, dejando sepultadas a miles de personas. Los fieles se agruparon en la Plaza del Rossio; fue sacudida por un tsunami que arrebató la vida de muchos fieles.
Esta agua no pudo sofocar el gran incendio, motivado por los cirios. Las paredes se desploman, las cárceles se abren. Los presos, matan, violan a toda persona que encuentra. Se producen actos de canibalismo.
Todos se iban muriendo, los edificios se extinguían. Todos, menos gran número de prostíbulos. Las autónomas no fueron castigadas por la ira divina.
Este cruel acontecimiento generó los inicios de cuestionar la fe, dando comienzo a movimientos racionalistas; llegando años más tarde, al anticlericalismo: "Mendizabal".
Juan de Dios Álvarez Mendizábal, de origen humilde, fue el principal protagonista de la Revolución Liberal Española (1790 – 1853). Tomo parte en la Guerra de Independencia. No comulgaba con la Botella, ni con parte de su nombre.
El monasterio de Poio, habitado por benedictinos, fue expropiado con todos sus bienes: fincas, ganado. Se subastaron. El Monasterio dio acogida al ayuntamiento, al juzgado, y a las escuelas: de niños, de niñas.
Pasan los años. La labor de tantos siglos emanaba una imagen esperpéntica. Encontramos esta reseña de un peregrino en 1880: "A corta distancia de Pontevedra álzase el Monasterio benedictino de San Juan de Poyo, o mejor, la iglesia, pues el resto está en ruinas, menos una parte destinada a Casa Consistorial, Escuelas y una habitación para el Cura Párroco".
En la década de 1890, hubo una gran inquietud por los enfermos mentales. Asesoraron a los Padres Mercedarios que rehabilitasen el monasterio de Poyo, dejando el Convento de Conjo en beneficio de un siquiátrico. Documenta el Padre Jerónimo.
"Llegamos a Conxo en diciembre de 1881 con la autorización del Cardenal Payá y Rico. Las corrientes políticas proyectaban convertir el convento en un centro psiquiátrico. En 1882 se divide el monasterio en dos alas; la mejor, al psiquiátrico, que acogía enfermos de Galicia y Asturias; la otra, a los mercedarios. El número de enfermos fue aumentando. La situación de la comunidad se hizo crítica, nos iban quitando lo que teníamos. El arzobispo Martín de Herrera nos propone varios conventos abandonados. Solo el de Poio presentaba condiciones aceptables"
Su llegada a Poyo no fue laureada por los ocupantes, relegando a la comunidad a un ala, desfigurada y maltratada por el olvido y la desconsideración de unos intelectuales.
El Padre Jerónimo nos narra los duros comienzos en su ubicación en Poio. Sus palabras, llenas de sabia sencillez, nos traslada al siglo XIX.
"Llegamos en junio de 1890. Ocupamos la parte norte, que estaba en ruinas. Durante dos años, convivimos con el ayuntamiento y las escuelas. Decidimos edificar el actual ayuntamiento, siendo financiado por el sudor y trabajo de los mercedarios. Don Alejandro Mon aporta el terreno. La mano de obra de albañilería y cantería la realizamos nosotros. Referencia origen casa consistorial".
"Finalizada la obra, El Padre Prior Fr. Buenaventura recibe las llaves por parte del alcalde. El ayuntamiento ocupa la parte central; en los laterales las escuelas. Iniciamos la restauración del monasterio. Arreglamos habitaciones, pavimentamos pasillos. Lo más costoso fue la limpieza de la iglesia. Los techos estaban ruinosos y la lluvia inundaba las bóvedas, amenazando la hermosa sillería; estaba cubierto de verdín, dando aspecto de caverna. Rascamos la piedra con escobillas, con una solución de cloruro de cal y, por fin, con agua limpia".
"En 1893 el Padre Boneta funda una escuela nocturna para obreros en un amplio e higiénico local del convento. Hubo gran afluencia de jóvenes de Poyo, Combarro, ávidos de formación; unos 110 alumnos. Estos enviaron de países de América cartas de gratitud. Poco a poco fuimos fundamentando nuestro mensaje Cristiano".
¿Qué sugerencia aportaría a la sociedad actual, desorientada por corrientes llenas de rencor, de falta de respeto?
"Los valores humanos están convulsivos. No se respetan las ideologías de los demás, se enredan en sectarismos. El mensaje es el diálogo sincero, libre de perjuicios, buscando la unidad y con ella conseguir desterrar el hambre, la pobreza, generar una mejor igualdad social y espiritual".
A principios de este año se fue. Nos dejó sus enseñanzas, ejemplaridad. Sentía tanta ilusión de celebrar el VIII Centenario de la fundación de la Orden Mercedaria.
Pedro de Lorenzo y Macías.