Cristina Ogando
Una distopía de libro
¿Saben a lo que me he aficionado últimamente? A leer distopías.
Ya saben. Libros de fantasía o ciencia ficción que narran las posibilidades más nefastas de la raza humana. Un apocalipsis zombie, una guerra nuclear, una catástrofe universal, un asteroide que impacta contra la tierra ¡las posibilidades son infinitas!
Es lo que tienen las vacaciones. Una tiene tiempo y lo primero que hace es atacar su gran, pero que gran gran columna de libros pendientes. Y esta semana ha tocado reunirme con mis queridas distopías. Que a decir verdad, no deja de ser un reflejo de la realidad.
¿No me creen? Piénsenlo.
En una distopía, la sociedad se ha ido, literalmente, a la mierda. Algo ha ocurrido que nos ha dejado a todos como pollos sin cabeza y llega una figura salvadora para quitarnos de la ruina. Se instaura un gobierno que promete la ley y el orden, pero cuando nos damos cuenta, estamos todavía más enterrados en la mierda. ¿No les suena?
La propia Rosa Montero dijo en una ocasión que sus historias de ciencia ficción eran las más realistas que había escrito en su vida. Y a medida que leo y leo obras del género, me doy cuenta de que es así.
Políticos corruptos que beben de una sociedad muerta, alzándose sobre mentiras y riquezas mientras el resto del mundo agoniza a sus pies. Y da igual cuantas veces los descubras en sus mentiras, cuantas personas se alcen contra ellos, al final nunca hay cambio. Porque no, las distopías nunca tienen un final feliz.
Tienen un pequeño final almibarado para que el lector se quede con buen sabor de boca, pero jamás te dan la solución final al gran problema que se ha planteado.
Y eso, es lo que veo en la realidad.
Soluciones y palabras bonitas que prometen que una crisis ha terminado, cuando la mierda sigue en el fondo. Tramas de corrupción y mentiras descubiertas que se ocultan bajo los cimientos de una sociedad tambaleante. Como cuando escondes las pelusas debajo de la alfombra.
Y la gente se indigna y sale a las calles, pero todo sigue igual, como en una buena distopía. Porque al fina se necesita al protagonista carismático que nos lidere a todos contra el gobierno opresor ¿verdad? Pues lo siento, pero si que no existe. Porque aunque la vida se parezca a una distopía sacada de una novela de Orson Wells, nunca habrá un héroe anónimo que se plante enfrente para sacarnos de la mierda. Eso tendremos que hacerlo nosotros solos.