Manuel Pérez Lourido
Ada Colau
Tiene cara de niña que se ha hecho grande sin perder del todo la inocencia, aunque hay poco de ingenuidad en sus planteamientos vitales. Sería una persona idealista sino fuese porque su determinación demanda grandes dosis de pragmatismo.
Quienes la pintan como una radical líder de otros radicales, como un instrumento político de una izquierda beligerante que sólo busca socavar el crédito político del partido que gobierna es, no nos engañemos, porque tienen algún interés en la venta de ese cuadro.
No es una recién llegada al activismo en pro del derecho a la vivienda (algo que recoge nuestra constitución, ¿recuerdan?). Uno se pregunta por qué no hemos sabido o querido legislar en la defensa de ese derecho sino más bien en el acoso y derribo del mismo. Será que se metieron en medio intereses de tipo financiero y económico. Será que durante años el sector inmobiliario fue un gran patio de Monipodio (hay que volver a leer novela picaresca para entender mejor qué carajo nos pasa).
Ada Colau, que vive de alquiler, es la actual portavoz de la PAH, plataforma de afectados por la hipoteca. Trabaja para el Observatorio de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC), estudió filosofía y es madre de un bebé de seis meses. O sea, sabe bien lo que vale un peine. Y su gran pecado ha sido ponerse enfrente de la maquinaría que desde el comienzo de la crisis ha producido 300.000 casos de angustia en nuestro país: el número de ejecuciones hipotecarias que ha habido desde entonces. Empezó con V de Vivienda en el 2006, génesis de la actual plataforma (2009). En sus propias palabras:
"Llevábamos años denunciando la burbuja inmobiliaria y advirtiendo que estallaría, por lo que preveíamos que habría muchas ejecuciones porque se había basado el acceso a la vivienda en la capacidad de sobreendeudamiento de la población. Lo que no sabíamos ni preveíamos es la existencia de una legislación anómala e injusta, que condena a los que pierden su piso a ser morosos de por vida. Ya existía pero no se aplicaba, porque las subastas nunca quedaban desiertas, y por lo tanto no cabía la posibilidad que el banco se adjudicara el piso por el 50% del nuevo valor de tasación. Como no se aplicaba, la gente no lo conocía y ni la Administración ni las entidades financieras informaban al respeto. Consideramos fraudulentas las miles de hipotecas que se firmaron con el engaño de que no pasaba nada si no podías pagar, porque siempre podrías vender o devolver el piso. La gente se acuerda de que le dijeron eso cuando firmó."
Es decir, que cuando se pide un crédito para comprar la casa se contrae la obligación de pagar íntegramente la deuda, en ningún caso, salvo en España, el banco tiene la posibilidad de quedarse la casa por el 50% de su valor en caso de impago: "esto es una anomalía que no existe en ningún país de nuestro entorno".
Ada Colau está hecha de esa pasta que no concibe arredrarse ante un oponente poderoso simplemente porque la sed de justicia que la impulsa es más poderosa aún. Todos hemos conocido a personas así, que han hecho del servicio al interés común un santo y seña y del tesón bandera ejemplo (qué seríamos sin ellas).
Se hizo visible con una intervención dura y conmovedora ante la comisión de economía del Congreso. Brillante, contundente y plena de denuncia y verdad, Ada abrió los ojos de todo el país a la esperanza. Y hubo cambios.
Antes de esta comparecencia (6 de feb.) los representantes del PP advirtieron que no apoyarían un debate de la Iniciativa Legislativa Popular para que se admita la dación en pago en el Congreso. Una semana después votaban a favor de la admisión a trámite de esta iniciativa, al unísono con el resto de partidos. 1'4 millones de firmas tenían la culpa.
Durante un tiempo seguirán apareciendo en ciertos medios de comunicación "noticias" con la intención de desacreditarla pero que para muchos surtirán el efecto contrario. Por ejemplo: que ya participó en el 2003 en acciones del movimiento anti-globalización ocupando embajadas. Recuerda un poco el caso de Sánchez-Gordillo.
Hay que darle una vuelta y reconocer que tanto una como otro son sólo el producto de muchos años de abuso y de indignación. Y es que estas personalidades no sólo ocupan titulares por su labor a favor de los sectores más indefensos tras años de ejercerla sino que por primera vez se mueven multitudes en su apoyo.
A uno le gustaría que, más pronto que tarde, dejasen de ser noticia pero porque las cosas han cambiado. Recordemos que sus señorías no son absolutamente nadie sin nuestros votos y que, al menos de momento, seguimos siendo dueños de los mismos.
3.04.2013