José Antonio Gómez Novoa
Ventana Indiscreta: Un final 'feliz'
De forma imprevista, me anuncia un amigo de la infancia su visita, vive en Madrid y dice estar muy estresado. Sugiere que lo lleve a un lugar a poder ser mágico, y que sólo tiene la tarde para estar conmigo. Elegí algo cómodo y cercano, las Salinas de Ulló. Un paseo rodeado de todo lo bueno que tiene Galicia, y de algo malo, los eucaliptos de los montes colindantes, que está a un paso de nuestra ciudad.
Con nuestra mochila al hombro, prismáticos, barra de pan del día anterior iniciamos el camino desde el muelle de Paredes. A pocos metros nos encontramos con el perro de pelo rizado, con gabardina último modelo que realiza su paseo diario en soledad. Cada día de los 365 del año en turnos de mañana y tarde, a la misma hora realiza la ruta de 3 kms. desde su casa en la zona de Vilaboa, hasta el muelle sin ninguna compañía, saludando a los viandantes.
En cuanto al entorno, le cuento que las salinas son del siglo XVII y han sido restauradas en un pasado cercano. Nos sentamos al lado de una brújula de piedra, y desde allí contemplamos a la izquierda la ensenada de San Simón, a la derecha los diques que separaban las salinas que hoy son unas marismas preciosas, y de gran interés faunístico y vegetal.
Aunque pareciera algo programado, ¡os aseguro que no!, se acercaron a nosotros dos parejas de cisnes cuello blanco para que entusiasmado, les diera la dieta tan poco recomendable de carbohidratos, una barra de pan blanco masa madre, que engulleron en 5 minutos bucólicos para mi amigo.
La marea está subiendo, y se prodigan por la zona también, un montón de familias de patos, garzas… También observamos con los prismáticos como los cuervos intentan apoderarse de la comida que están arrancando de las marismas las gaviotas pequeñas. Todo está saliendo a pedir de boca para epatar a mi amigo, pero quiero llegar más allá y tengo que adornarme con algo para llegar al sumun.
El estrecho paso de piedra que cruza el agua es quizás el mayor atractivo de ésta visita y sobre el me recreo. - En este puente hay una piedra que habla dependiendo si el que la pisa, tiene energía positiva o negativa. Hay que poner el oído a la piedra, ya que tiene poca voz-. Mi amigo me mira con sus grandes ojos ensimismado, se coloca en posición y procede a escucharla. A continuación, no puedo resistirme, con la ayuda de un empujoncito por mi parte, se zambulle en el agua……. Volvemos a ser niños, je,je,je.