Bernardo Sartier
El charnego con el pijama de rayas
Los independentistas catalanes fueron al procés huyendo del matrimonio, a ver si se divertían, pero en plena carallada repararon en que dormían con el enemigo, que era Mariano y que algún mérito tiene en el sofocamiento de la revuelta segadora por más que, ahora, decrezca el PP en Cataluña.
Los detractores de Rajoy dicen que duerme en camisón, como en las ilustraciones del Quijote. El hidalgo usaba esa prenda y un gorro para sobar. Fíjense. En el parlamento de la republica los alborotadores interrumpieron a Gil Robles. Dijo uno "no le hagáis caso, no veis que este es uno de los que todavía duermen con camisón". Gil Robles, orador excelso replicó con compungimiento: "Señoría, lamento de veras la indiscreción de su señora". Últimamente lo poco que escribo es sobre los independentistas catalanes y el procés. Me ponen. Excepto Godzilla, no recuerdo gente más hábil para triturar la economía y la convivencia.
En galego, procés es trapallada. Nunca me preocupó la DUI. Sabía que al día siguiente, para que un independentista gestionase la pensión tendría que exhibir su DNI. Cómo recuerda la DUI al DIU, o sea al dispositivo intrauterino. Normal. Porque la DUI es el embarazo ectópico y republicano de Junqueras que se quedó en flatus vocis, en pedo político frustrado como expresión de derrota vergonzante, un gatillazo intestinal aplicado a la cosa pública. Terrible. Ahora en la cárcel Junqueras mea agua bendita y se convirtió al vaticanismo. Pero ya dije, yo feliz. Sabía que los independentistas catalanes iban a depararnos oceánicos días de divertimento. Cuánta risa iba a venir. Recuerden. Puchi recabando apoyos internacionales sin cuento, o sea, cuatro papúes con anilla, Pamela Recauchutados Anderson y Yoko Ono, que es clavadita al cocinero del Lon-Fon, el chino de Blanco Porto pero en señora.
En realidad, los independentistas querían jugar a las cocinitas haciendo tropezones con la soberanía nacional, pero Lamela y Llarena les apagaron los fogones, las furgallas de la Benemérita se llevaron a unos cuantos y en prisión comenzaron a quejarse de hamburguesas requemadas y flatulencias. Incluso Rull (cómo cuesta hablar de Rull sin Turull, como del Gordo sin el Flaco) dijo que la "forquilla" (tenedor) se le doblaba en la carne. Claro. Donde esté una buena hamburguesa indepe, sabrosa y tierna que se quiten las hamburguesas españolas. Rull debería donar el tenedor doblado de Estremera al futuro Museo del Ejército Catalán. En la peana rezaría: "Tenedor capturado al enemigo en acción de guerra". Pero estábamos en el descojone gratuito, en ese sujetarnos los huevos de la risa que nos proporcionaron los indepes. Sánchez, el de la Asamblea Nacional Catalana intentó fumarse el reglamento sacando cartas en su ropa interior con la excusa de su lavado. Sánchez es un Don Pelmazo penitenciario. Logró el primer traslado de un compañero de la historia carcelaria blandiendo el arma mortífera de la tabarra. Empezó a hablarle del procés y el recluso instó ante la dirección una celda de castigo, incluso la lectura de las obras completas de Pilar Rahola antes que al Jordi por compañero. Pero estábamos en que el pelma Sánchez disimulaba sus cartas en las prendas donde -pensaba- nadie se atrevería a inspeccionar, que a ver quién es el guapo que husmea los palominos de un calzoncillo, quién el afouto que mete las narices en un slip con piporro que, vaya usted a saber, a lo mejor sustituía el marroncillo típico de la mierda bajera por los colores de la estelada.
El asunto es que un funcionario -al que habría que condecorar con la Laureada de San Fernando- detectó las clandestinas epístolas mezcladas con las zurraspas del Jordi. Y dio parte. Y claro, cuerno al canto. No contento, Sánchez sacó su voz para un mitin, también antirreglamentariamente y ahora vuelven a sancionarlo. O sea que el expediente de Jordi Sánchez es un mixto de los dosieres penitenciarios del Vaquilla y el Lute. Un crack. De momento de Cuixart, el de Ómnium, no se tiene noticia de quebrantamiento alguno de la disciplina penitenciaria. Cuixart es estricto cumplidor de la norma. Lo demostró cuando "Ómnium" denunció (no es coña) a "Horchatería la Valenciana" por no rotular su frontispicio en catalán. Le calcetaron 250 euros de multa al chufero y los de "Ómnium" felices. Su delación había colaborado a hacer país aunque eso significase convertir al modesto empresario autónomo en un charnego con pijama de rayas. Los de "Ómnium" van de culturetas pacifistas y pancatalanistas pero tienen más peligro que el Capitán Garfio con picor de huevos ladillero.
De todos modos, algo bueno dejó el procés. Según una encuesta de la Web "platanomelón.com" los catalanes follaron más desde las leyes de transitoriedad. Yo tampoco. Me llama la atención la alegría con la que los independentistas liquidan su país y se inmolan e hipotecan su patrimonio y su libertad. Hay algo de poético ahí. A lo mejor es aquello de T. H. Lawrence, que ponía las yemas de sus dedos en el fuego sin queja. Él decía que era cuestión de creer que no te duele. De la zoología independentista flipo con uno, Carles Mundó, el mudo del proceso. Fue salir de la cárcel y licenciarse en logopedia dejando en paro a Paula Carballeira como cuenta cuentos. En el debate de la Sexta, cuando Arrimadas dijo a Mundó que vivía en un matrix, Mundó la mandó a hacer puñetas mientras se le dibujaba un rictus de gorrino mal desayunado que invitaba a que Argal lo incluyese en su plantilla (en la laboral no, en la otra).
Vamos con los resultados electorales: Iceta conservó la calva bien peinada y Albiol, que había emboscado su tono de capataz negrero, fracasó. El de la CUP llegó al debate previo asistido por uno que iba en bicicleta pero del portaequipajes se le cayeron algunos diputados. Mientras, el buenismo equidistante entreverado de tacticismo ambiguo tampoco le funcionó a Domenech. Pero lo mejor fue antes del día "D". Puigdemont. Entrevistado en Bruselas dijo que lo que más le gusta de España es el idioma, los literatos clásicos y de los modernos españoles Cortazar, que como todos sabemos es de Tomelloso. Un fenómeno, Puchi. Que se enfrenta al dilema de su vida: toma de posesión y trena o continuar disfrutando del sol de Bruselas. Porque ganó Ciudadanos pero la mayoría es de los indepes. O sea, la máxima lampedusiana, cambiar algo para que todo continúe igual. Gobernará el independentismo lo que, bien mirado, nos garantiza risa a mazo, aunque no sé si mayor bienestar a los catalanes. Claro que esto es solo una opinión y las opiniones, ya se sabe, son como el culo: todos tenemos una.