Marisa Lozano Fuego
Diferentes
Ser diferente no es un lastre. El veto es siempre, ser iguales. La herida consiste en desear ser homogéneo con la multitud. Y no respirar, distinguirse. A menudo nos dividimos en clases sociales, en géneros, en ideologías varias. El caso es hacer cajones desastre donde quepan un color, un sexo, donde todos los que se nos parecen iguales se anexionen a nuestro ser. Desechar lo que no nos cuadra, o chirría, todos los calcetines desemparejados, todas las palabras cuyo idioma no podemos traducir.
La gente que viste distinto. Las manos que se cubren de cal, y no de verbos. El casos es dividir, empaquetar, hacer una especie de elogio de la soledad elegida. Del no diálogo y el sí prejuicio.Vamos, todo el mundo divide , es divertido ver cómo se enfrentan. Somos ratones pequeñitos peleándonos por un pastel. Política, economía, da igual…el caso es tener pan y circo, para tenernos enfrentados. Sería muy molesto que las mentes e ideas se unieran en pro de una conciencia social. Entonces, seríamos invencibles.
Invencibles contra la injusticia, los salarios exiguos, invencibles exigiríamos un reparto de bienes justo. Arañaríamos sanidad y cultura para todos esos, esas personas que la merecen. Sí, unirnos sería muy molesto, y por eso las cúpulas enfrentan, forman bandos, como si fuéramos soldaditos de plomo al arbitrio de unos pocos. Mientras nos rompamos el alma, no podemos construir otra. Más tierna, más dulce, más fuerte, un alma que abrace la gloria y que eleve el altruismo a la categoría de ley. Un alma que tome forma de cuerpo y manos extendidas que trabajan, unas con otras, no por una esperanza, sino por una certeza.
Venga, vamos a recordarles que realmente somos iguales. Es fácil: nos quitamos el maquillaje, los pantalones y los títulos. Que ya no quede nada sino piel. Abrir los tímpanos a los absurdos, que resulta que una vez oídos…parecen metas razonables. Venga, vamos a dejar a de decir ellos, ellas y a decir nosotros, nosotras. Géneros, disfunciones, ideologías, ismos. Vamos a sumergirlo todo en esa caldera de azufre que destroza los enlaces perversos. Y ahora, vamos a integrarnos como si fuéramos chicle, blandi blue o personas.
Personistas, humanistas. Todo eso que solo se cura con la ingenua necesidad de construir una falacia: Eso que llaman fraternidad. Y que como nadie la ha inventado salvo en palabras, es posible que ahora, funcione…