Cuando contemplamos el espléndido conjunto arquitectónico y monumental de la basílica de Santa María La Mayor, una pieza sobresale sobre el resto, su fachada, calificada como "uno de los más bellos retablos pétreos del protorrenacimiento español".
No es de extrañar pues que, ante tan magna construcción, pase casi desapercibida la otra cara de la moneda, su contraportada.
La contraportada occidental de Santa María ocupa todo el ancho de la nave central, aproximadamente unos diez metros de longitud. Es sin duda una de las obras más originales del templo, por su estructura y sus copiosas labras ornamentales, historiadas y emblemáticas.
Esta contraportada responde plenamente a la semántica del emblema, con figuras y alegorías, haciendo alusiones a vicios, virtudes y personajes. En estas escenas aquí representadas aparecen entrelazadas acciones pecaminosas que conducirán al hombre a la condenación, junto a otras de importancia para la fe cristiana; así como la plasmación de las virtudes, en una contraposición de virtud-vicio, acompañadas de escenas de la vida cotidiana, personajes mitológicos y representaciones fabulísticas.
El lienzo sobre el que se desenvuelve este retablo pétreo sufrió una serie de alteraciones que dificultan una correcta lectura del mismo. La documentación histórica tampoco ayuda mucho en cuanto que no proporciona ninguna información sobre lo que quisieron plasmar sus artífices.
Con certeza sabemos que, en 1571, Mateo López dio las trazas para la construcción de un coro alto o tribuna, que abarcaba el último tramo de las tres naves del templo. Suponemos que esta obra afectaría a la contraportada, levantada en el tiempo y en correspondencia con la fachada occidental, en torno a 1546. Con estos datos podemos considerar que una portada primitiva, contemporánea de la fachada mayor, sufrió grandes transformaciones años después, a comienzos de los años setenta.
En este segundo momento se introduce las modificaciones que presenta en la actualidad y que se hizo retocando o retallando los perpiaños e introduciendo elementos nuevos. La supuesta primera contraportada tiene que datarse en los años 1541-46, con la participación de Cornielis de Holanda.
En un libro denominado "Guía General de la Provincia de Pontevedra" y editado por la imprenta La Teucrina, en 1894, cuyo autor es "Un Curioso", haciendo referencia a la contraportada de la iglesia de Santa María dice:
"La fachada por la parte interior de la iglesia es muy notable. Se compone de nueve zonas: de Norte á Sur, divididas en tres compartimientos á cada lado de la puerta, separadas por una pilastra. Se ven en primer término, la estatua de San Sebastián al Norte y la de Santiago al Sur. Se hallan después varios cuadros en relieve que representan: la creación en general; la creación de Eva; Adán y Eva en el paraíso, el pecado de nuestros primeros padres, el acto de ser arrojados del paraíso; el ángel guardando las puertas del paraíso; Adán cavando y Eva hilando; sacrificio de Abel y de Caín; Caín matando á su hermano; Dios pidiendo cuenta a Caín en presencia del cadáver de su hermano; el arca de Noé; los israelitas en el desierto; los israelitas cogiendo el maná; el tabernáculo, y otros varios pasajes bíblicos referentes á la vida de los israelitas en el desierto".
La denominación de "speculum" hace referencia a imágenes enmarcadas, independientes las unas de las otras, referidas a distintos aspectos bíblicos, escenas con una importante carga simbólica. Esta temática está impregnada de elementos y recursos que el hombre del Medievo empleaba como patrones didácticos, con la intención de ayudar al fiel a comprender la doctrina que la iglesia quería transmitir a la hora de enfrentarse a las complejas situaciones que se planteaban, de ahí el sentido de esta contraportada, ya que sería la última imagen del templo que el fiel retendría en su retina cuando abandonase el recinto sacro.
Se trata del anverso y reverso de una misma moneda: la salvación eterna a la que nos acercamos en el momento de ingresar, metafóricamente hablando, en el templo y los peligros que amenazan al alma humana al abandonarlo, esto es, al salir por la puerta de la iglesia.
(Continúa…)