Manuel Pérez Lourido
Ya no te quiero más
A veces veo de más y otras veo a Artur Mas. En la sopa. Es una sopa de fideos, pero puedo distinguirlo entre ellos, engominado con agua de sopa, achicando los ojos con esa mirada viva, muy viva, muy de vivo, en la sopa viscosa: ¡visca la sopa! parece querer decirme, aunque yo sé que lo que piensa es "visca el Barsa y visca Catalunya". Yo tengo con Artur una relación a caballo entre el rechazo y el hartazgo. Unas veces me produce rechazo y otras me harto. El no. El no siente nada por mi. El pasa de mi. Me mira a los ojos pero su mirada está vacía, no refleja ni el tres por ciento de lo que está sintiendo. Montó un pollo con el referendum, en compañía de otros, y ahora lo han trasquilado un poco. Con tijeras de punta redonda, de esas con que los chavales en el cole recortan la luna, las casitas, las lagunas. Lo han trasquilado poco para la lana que dicen que se ha estado moviendo, aunque eso aún hay que demostrarlo. Pero la lana de la independencia se ve en el resto del país como lana de oveja negra, lana para tejer un futuro más gris para todos. Son unos exagerados: digo yo que lo mejor es que la gente se manifieste, que decida. Claro que la gente no es muy de fiar, sobre todo si le comes el coco un día sí y otro también con verdes pastos para librarse del redil donde están siendo sojuzgados desde tiempo inmemorial y tal que sei eu.
Cuando se cayó Pujol de la peana, se dió tal ostiazo que tembló toda Cataluña más que Barcelona el día del atraco. Todos los goles por la escuadra que marcara el Honorable para su propia escuadra, ante rivales de enjundia como González o Aznar (que silabeó el catalán en la intimidad, con un libro de Palau), se quedaron en nada ante la evidencia monetaria, que es una evidencial vil pero contundente. El único recurso que halló fue la intimidación, y la ejerció en sede judicial, cuando recordó a todos los presentes que «si vas segando una parte de una rama, al final cae toda la rama y los nidos que hay en ella, y después caen todas las demás ramas». Nunca nadie antes había amenazado con un paisaje tan apocalíptico. Y tan frondoso, porque si hay mucha lana que trasquilar también hay mucho árbol que podar.
Ahora Mas, el ex-cachorro del pujolismo, la penúltima esperanza blanca del neo-independentismo, se abraza a la bandera del victimismo y con él todos los que están juntos porque sí. Y alguien de la CUP, que las matan callando pero tienen una puntería del carallo, apunta hacia la misma diana: "la vía del referendum pactado está muerta". ¿Cuándo la quisieron viva? Semejante aserto equipara las sentencias judiciales a sentencias políticas (o al menos esta). A mi me vuelve a doler la cabeza, como siempre que pienso en este tema, y me vuelvo a mi sopa de fideos. Aguardo el día, cada vez más cercano, que ya no vislumbre a Mas entre fideo y fideo.