Enrique Vaqueiro
Canda y el complejo de inferioridad
Cuando se es alcalde de un concello con menos de 2.500 habitantes y cobras 40.000 euros al año lo mínimo que te exige tu pueblo es que tengas imaginación para tener iniciativas que muevan algo al pueblo, que le den vida.
Eso pasa con alcaldes como el de Ponte Caldelas, que aunque cobra bastante menos que el de A Lama y tiene el doble de población, se levanta todos los días buscando alguna idea que le dé algo de movimiento a su pueblo, que no lo deje caer en el abandono.
Es por eso, que aunque la oposición busque el error mínimo en cada una de sus decisiones, a nadie se le escapa que el alcalde de Ponte Caldelas Andrés Díaz, le está dando un mayor impulso a la vida de esta villa de tradición turística durante los últimos meses. Eso es innegable.
Lo triste es lo que nos pasa en A Lama. Un alcalde en retirada, con un fuerte complejo de inferioridad. Que organiza una fiesta mexicana copiando lo que hace el de Ponte Caldelas, trae al vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda a hablar del alcalde de Ponte Caldelas, y ahora, organiza un carnaval para incordiar con Ponte Caldelas.
A mi me gustaría que un alcalde piense y ejecute ideas en función de los vecinos de A Lama, no de Ponte Caldelas, porque si ha de ser así, igual lo que tenía que hacer es llevar a cabo lo que está deseando desde hace tiempo, y que ya ha planteado en privado varias veces: que A Lama sea absorbida por Ponte Caldelas.
Si es así, que lo diga claramente. Si no tiene ideas y le puede su complejo de inferioridad, que se vaya. Pero que A Lama tenga un futuro pasa por ideas claras y pensando en los vecinos de las diez parroquias que la integramos, no en función de lo que diga o haga el alcalde de a lado.