La llegada del cinematógrafo y esos cines con encanto

30 de diciembre 2016
Actualizada: 18 de junio 2024

El 28 de diciembre de 1895 los hermanos Louis y Auguste Lumière ofrecían la primera proyección de su cinematógrafo en el conocido Salon Indien del Gran Café, situado en el número 14 del Boulevard des Capucines de París. Los comentarios de la época señalan que los espectadores quedaron asombrados al ver aquellas imágenes que pasaban ante sus ojos.

Nueve meses más tarde, el cinematógrafo llegó a Galicia y se presentó por primera vez el 3 de septiembre de 1896 en el Teatro-Circo de La Coruña, donde permaneció durante doce días.

Cuando el Cinematógrafo Lumière llegó a Pontevedra lo hizo procedente de Portugal y como consecuencia de no haber encontrado en Vigo un lugar que reuniese las debidas condiciones para sus representaciones. Esto sucedió un sábado 17 de abril de 1897, convirtiéndose así Pontevedra en la quinta ciudad española en admirar este nuevo prodigio de la técnica y del arte.

El único local de espectáculos existente en la ciudad para albergar tal evento eral el Teatro Principal, en aquel momento conocido como el Teatro del Liceo, por compartir edifico con el Casino, cosa que desde entonces y hasta la actualidad sigue ocurriendo.

Se representó en funciones de 7, 8, 9, 10 y 11 de la noche y se exhibieron las filmaciones realizadas por los hermanos Lumière y sus operadores, entre ellas: Llegada de un tren. Campos Elíseos. Bomberos en Londres. Escena en Argel, Duelo a muerte. Y 12 cuadros más. Cada proyección era de 1 minuto de duración y se alternaba con una serie de actuaciones musicales protagonizadas por la bandurrista Miss Zaida, el guitarrista Sr. Asensio, el pianista local Sr. Taboada y por la orquesta del Teatro dirigida por el Sr. García. También declamados a cargo del actor portugués Alexandre Pais de Azevedo e Lima, uno de los propietarios del Cinematógrafo, junto con César Marques.

El éxito del espectáculo fue clamoroso, a pesar de que los precios que habían establecido eran muy elevados para la época y casi nunca más se volvieron a alcanzar en todo el período del cine mudo. Los importes para asistir a la presentación eran de: 1,50 pesetas en butaca y 50 céntimos en general. La representación permaneció nueve días en cartel, lo que suponía muchísimo tiempo para una población de poco más de veinte mil habitantes como era la Pontevedra de entonces.

Una vez pasada la novedad de las primeras proyecciones y ya en los comienzos del siglo XX, el éxito del cine llegó como espectáculo de feria para las clases más populares. La utilización de pabellones y barracones, locales que tenían una estructura de madera y chapa metálica y se situaban en los rellenos, laterales de las alamedas y cualquier otro solar vacío de las ciudades convivieron con los llamados, pretenciosamente, salones y sirvieron como locales de tránsito antes de la aparición de las salas concebidas específicamente como cines.

En nuestra ciudad, el domingo 12 de enero de 1902, debutó el cinematógrafo en el Circo-Teatro que se ubicaba en Las Palmeras, cuya decoración interior había sido realizada por el artista Demetrio Durán. Este local permaneció hasta marzo de 1924 fecha en que debido a su mal estado de conservación, al estar construido mayormente de madera, desapareció.

Otros locales se dedicaban también a la proyección de películas y así teníamos el Petit Palais, el Café Moderno, el Círculo Antoniano, el café Méndez Núñez y en el año 1919 se inauguraba el que fue conocido como Cine de los Exploradores, si bien su denominación comercial era la de Ideal Cinema. Se ubicaba en la calle San Nicolás, en el local que antaño había ocupado el salón de baile El Edén, más conocido popularmente con el nombre de “El Cajón”, con fama de cierto ambiente licencioso.

En 1931 se inaugura el Cine Coliseum, en la céntrica calle García Camba. Se convertirá en el pionero en un nuevo estilo de cines. Será el primer edificio construido y diseñado especialmente para cine en nuestra ciudad. El Coliseum permaneció abierto hasta el año 1971.

Siguiendo el estilismo marcado por el Coliseum, en cuanto a su estructura constructiva, se inaugurarán tres cines más de grandes dimensiones: el Cine Victoria en 1943, el Teatro Malvar en 1948 y el Cine Gonviz en 1965. Todos ellos tristemente desaparecidos.

En la década de los ochenta se abrieron nuevas salas cinematográficas en Pontevedra: Fylcine, Multicines ABC y Multicines Pontevedra. Y posteriormente, ya en el siglo XXI, otras con el mismo formato, locales con varias salas de proyección de menores dimensiones y pantalla reducida.

Lo que comenzó como un arte, poco a poco fue derivando en un negocio, y si bien siempre ha habido un porcentaje de ambas cosas, creo que hemos pasado de un mayor porcentaje de arte, como sería antaño, a un mayor porcentaje de negocio, como es actualmente.

Y el encanto de poder disfrutar del cine en una pantalla grande en los viejos cines de antaño, no es comparable con ninguno de los avances tecnológicos que podamos tener hoy en día.