Beatriz Suárez-Vence Castro
Yuanhui
Además de la despedida de Michael Phelps, el apabullante talento acrobático de Simone Biles y la duda de si es o no ético organizar una competición de tal envergadura en un país que tiene tantos problemas económicos, lo que recordaré de los recientemente finalizados Juegos Olímpicos es la entrevista a la nadadora china Fu Yuanhui.
Su nombre probablemente se me borre de la memoria en cuanto lo escriba, pero a ella, encogida y en cuclillas reconociendo ante la prensa mundial que la menstruación le había impedido rendir todo lo que podía, la voy a recordar siempre, porque me siento identificada con lo que dijo y porque aunque quedara peor de lo que ella pensaba en la clasificación de la prueba, es una chica valiente. Y la valentía es un bien escaso.
Hay un pequeño grupo de apestadas sociales entre las que me encuentro, a las que odian las feministas y de las que se pitorrean los machistas, motivo más que suficiente para no simpatizar con ninguno de los dos grupos. Esas apestadas somos las que nos atrevemos a decir que la regla nos deja fuera de combate, doloridas y agotadas cada mes, pidiendo en nuestras oraciones que si hay alguien ahí arriba se acuerde de nosotras y nos envíe, misericordiosamente, una menopausia precoz.
Hay muchas más, pero no se atreven a decirlo, ni como yo, ni mucho menos como Fu Yuanhui, porque da mucha risa a unos y mucho cabreo a otras. Lo sentimos. Estamos ejerciendo nuestro derecho individual como ser humano distinto no adscrito a ningún extremismo, porque cuando las entrañas se te retuercen, te importa un bledo lo demás: el buen tiempo, el trabajo, los amigos, el Sufragio Universal y las medallas olímpicas.
Una empresa inglesa, a la cual me habría gustado mandar mi C.V. antes de haberme hecho autónoma, está planteando la posibilidad de conceder días libres a las empleadas que tengan menstruaciones inhabilitantes. Sí, han leído bien: inhabilitantes.
La directora de la compañía: Bex Baxter, de la que me he vuelto rendida admiradora, ha declarado a The Guardian: "He trabajado con muchas mujeres a lo largo de los años y he visto como se retuercen de dolor a causa del período pero no se van a casa porque consideran que no están enfermas. Es muy injusto".
Con la medida propuesta, que ya se aplica en otros países como Japón, la directora carga contra la falsa creencia de que tomarse días libres va contra los intereses empresariales.
A las mujeres con las que ha trabajado Baxter, aunque yo no las conozca, estoy segura de que además del sentido de la responsabilidad ante su trabajo, les puede el miedo al qué dirán sus compañeros y compañeras, jefes y jefas que, como en su vida han padecido nada semejante, les suena a cuento para escaquearse de las obligaciones diarias. Da igual que el resto del mes lleguen las primeras y se vayan las últimas. Son sospechosas de ser "vagas y maleantes" como se decía en los tiempos del franquismo de cualquiera que quisieran encarcelar y no supiesen qué motivo poner en el expediente.
Estas cosas se comentan en casa o, como mucho, con tu mejor amiga tomándote un café. Nunca, nunca, en público. Antes no se hacía porque era de mal tono. Ahora no se hace porque el miedo de pasar a ser automáticamente la vergüenza de las de tu propio sexo o a dar un argumento más al machismo patrio es insuperable. No les cuento si la afectada vive en España: no le abren un expediente laboral porque les da apuro escribirlo. O les tiembla la mano de la risa.
La científica deportiva Georgie Bruinvels declaró a la BBC que hablar del período es definitivamente un tabú y que se necesitan más declaraciones como las de Fu Yuanhui para "abordar el tema y promover más investigaciones", para luego afirmar que la menstruación es la causa líder de deficiencia de hierro en el mundo desarrollado.
No se trata de volver atrás como creen aquellas que apenas sufren molestias y seguir pensando, como en tiempos de nuestras abuelas, que durante esos días no te saldrá nada bien en la cocina o te hará daño ducharte, si no de ser comprensivos con un problema que afecta a muchas más mujeres de las que lo confiesan y que afecta a su salud y, por tanto, a su día a día, tanto en lo personal como en lo laboral. Las molestias afectan física y anímicamente y, aunque no todas las mujeres las padecen, ni resultan incapacitantes siempre, sí lo son en ciertos casos.
Como todo en la vida es un tema sobre el que deberíamos informarnos antes de criticar y en el que lo único vergonzoso para la que lo sufre debería ser el hecho de no poder expresarse, al respecto, en público.