José Benito García Iglesias
De "mi libro" y la Pontevedra negra y misteriosa
Hoy me he tomado una pequeña licencia, parafraseando a Paco Umbral, "he venido a hablar de mi libro".
Casualmente, hoy, se presenta a las 20,00 h. la tercera edición de "mi libro" Habladme piedras y lo haremos con una firma de ejemplares y una charla coloquio en una céntrica librería de nuestra ciudad, todos los que deseen acudir están invitados.
Para romper el hielo, en la charla, comenzaré hablando de la Pontevedra negra y misteriosa; de esos crímenes, que también los hemos tenido, con un halo de misterio que se han quedado sin resolver y envueltos en esa bruma entre lo real e irreal.
Y así tenemos el misterioso crimen que, al parecer, sucedió a finales del siglo XIX en la capilla de los Santos de Mollabao, y que fue lo que provocó su abandono y posterior ruina, hasta desaparecer por completo y hoy en día desconocer su emplazamiento exacto.
Crimen también el acontecido en el Café Méndez Núñez, conocido igualmente como café Martín y que se ubicaba en el local donde años después abrió La Moda Ideal, y donde a un personaje célebre de nuestra ciudad, una mujer le disparó tres tiros con un revólver, a consecuencia de los cuales murió meses después.
El crimen de las parricidas de Ribadumia, indultadas "in extremis" cuando ya había llegado a nuestra ciudad, en el tren correo procedente de Madrid, en verdugo que las iba a ajusticiar por el método del garrote vil.
Aunque no será solo de crímenes de lo que hablaremos, también lo haremos sobre los enigmas que encierra la fuente de la Herrería, con una serie de emblemas allí representados, de la fachada de la basílica de Santa María y de su contraportada, con sus mensajes pétreos que nos hablan de lo divino y humano, y sin olvidarnos de las gárgolas, esas figuras grotescas que se consideran guardianes del templo y tenaces vigilantes de los fieles.
Dentro del misterio no podía faltar las representaciones masónicas en nuestra ciudad, incluso hablaremos de las falsas representaciones que se le atribuyen también a la masonería.
Y si todavía nos queda tiempo charlaremos de tesoros escondidos, pasadizos secretos, bautizos de neonatos en puentes, italianos que llegan a nuestra ciudad con maléficos propósitos, apariciones marianas y alguna que otra historia más, que en nuestra ciudad hay unas cuantas.
Cuando en 1858 se inauguró la fuente del atrio de la Peregrina, la que sustituía a la desmantelada, un año antes, fuente de la Herrería, contó con una curiosa inauguración, durante tres horas, de esa tarde dominguera, los caños de la fuente vertieron vino del país como obsequio al vecindario, narran las crónicas que fueron mil litros que consumió un público ansioso, en medio de cómicas escenas.
En este caso sí que no hubo ningún tipo de misterio ni de conversión divina, el misterio quedó aclarado, los mandamases municipales obraron la mutación ante la algarabía popular, fue auténtico vino el que manó de la fuente, sin trampa ni cartón.