Rodrigo Cota
¿Qué tienen en común Carromero y Urdangarín?
Hay un tipo de personas por las que siento una especial fascinación: aquellas que uniéndose fervorosamente a una causa con intención de favorecerla, la destrozan desde dentro y sin querer. Se entiende mejor si ponemos un ejemplo: Ángel Carromero. Y más si ponemos otro: Iñaki Urdangarín. Son el colmo de la inoportunidad. Veamos:
Carromero se fue a Cuba a tumbar a los hermanos Castro y lejos de conseguir su objetivo mató a la disidencia. Oswaldo Payá dejó así de ser el principal líder de la oposición cubana y pasó a convertirse en una calle de Madrid gracias al bueno de Carromero, que subió a Payá y a Harold Cepero a un coche, los estampó contra un árbol y sin pretenderlo hizo más por la dictadura de Castro en dos segundos que toda la familia Castro en los últimos diez años.
Curiosamente, a Carromero no le puso una estatua Castro, que debería: "A Ángel Carromero, héroe de la revolución cubana. ¡Patria o muerte! ¡Venceremos!". En lugar de eso lo metió en la cárcel. Y en el PP de Madrid, donde Carromero tenía que haber sido nombrado persona non grata por cargarse a la disidencia cubana, lo hicieron asesor con un sueldo escandaloso. Es el mundo al revés.
Otro ejemplo es el de Urdangarín. Lo nombraron yerno pensando que su apariencia de buen chico prestaría a la Casa Real una imagen moderna, deportiva, educada y simpática. Urdangarín echó un vistazo a su alrededor, vio lo que había y rápidamente se acopló y se puso a actuar como un Borbón, consiguiendo exactamente lo contrario de aquello que pretendía. Reforzó la imagen que mucha gente tiene de la monarquía como una panda de vagos, inútiles, corruptos y aprovechados que utilizan su posición para vivir como Dios a costa del pueblo esquilmado.
Como Carromero con los hermanos Castro, Urdangarín, el Duque Empalmado, está haciendo más por la causa republicana que varios millones de antimonárquicos. Sin pretenderlo, sin revoluciones ni sangre, hoy Urdangarín es la esperanza de quienes esperan ver un día una república española. Vivir para ver.
29.01.2013