Milagros Bará
El Muro de Merlín
Porque algunas fuentes dignas de todo descrédito afirman que Merlín, ese pedazo mago galés que vivió en el siglo VI, visitó a Trahamunda (que todos decían que era muy guapa y tenía el poder de la teletransportación) en la Isla de Tambo y por algún extraño motivo, por ejemplo porque no encontró aparcamiento, usando su magia maldijo la ciudad creando un muro, sin serlo, que la rodeara eternamente.
Y dicho y hecho, siglos más tarde la maldición se cumplió cuando el plan urbanístico de la ciudad propició la construcción de edificios lo suficientemente altos como para no ver, ni por asomo, ni el mar ni el río, y es una verdadera pena que no tapen Santa María por completo. Lo malo es que nos quedamos sin uno de los barrios más bonitos de la ciudad como era el de A Moureira. Por todo esto, la Santa Trahamunda puso tierra de por medio y vivió once años como emigrante en Córdoba.
Parece mentira que con el pasado marítimo que tenemos hoy vivamos dándole la espalda al mar. Pontevedra, esta ciudad-balneario tan bonita y llena de parados, permanece impávida intramuros... de cemento. Conviene recordar que en 1898 ya se protestaba públicamente porque la plantación de un pequeño pinar, cerca de la Alameda, impediría la vista a la ría y de la isla de Tambo. Ahora ya no sabemos para dónde mirar, porque entre nosotros nos tenemos muy vistos.
De vez en cuando esas gaviotas carnívoras, que viven en medio de la ciudad en vez de en un vertedero, nos recuerdan que el mar tiene que estar muy cerca. De hecho, los peregrinos europeos que nos visitan piensan que Pontevedra es una ciudad del interior de Galicia y que el río que nos baña es el Gafos.
Puestos en esta tesitura, y para completar el muro, yo ya construiría una cúpula de cristal, porque así el clima en invierno sería más benigno, nos cargaríamos de un plumazo a esas molestas gaviotas que invaden la ciudad, los espectáculos al aire libre abarcarían los 365 días del año y los fumadores no nos mojaríamos a la intemperie. Estoy pensando que si la cúpula fuera climatizada mejor que mejor.
Ese buen tiempo animaría las terrazas todo el año y también las compras en la ciudad. Y para alegrar a los parados pondría un foco enorme para simular la luz del sol durante los largos inviernos septentrionales (también serviría una lámpara para reptiles que además desprende calor). Y como "las bicicletas son para el verano" les daríamos uso todo el invierno. Ya me imagino a todos los pontevedreses tomando las doce uvas con camisa hawaiana, pantalones cortos, pareo y chanclas brindando con mojitos.
Ya lo decía "Adonis", con su gabardina y cigarro, que existía una megaconstrucción, de Dicovery Max, que era un túnel que unía el Monasterio de Poio con la isla de Tambo, según cuentan las malas lenguas del Americano.
Volviendo a Merlín, el mago, "parece ser que fue creado al principio para atraer a los humanos al lado oscuro que todo hombre guarda (que fue cuando construyó el muro), pero al crecer decidió hacer precisamente lo contrario: se convirtió en guía espiritual de su época". Aunque nunca veremos caer el muro... Merlín vuelveee, te necesitamooos.