Entre todas las figuras que componen la fachada de la basílica de Santa María, hay una que llama la atención por su originalidad, es la de San Jerónimo de Estridón, o lo que es lo mismo, el santo con gafas.
San Jerónimo nació en Estridón (Dalmacia) sobre el año 340 aprox. y murió en Belén en el año 420. Está considerado uno de los cuatro grandes Padres Latinos de la Iglesia (los otros tres son: San Ambrosio, San Agustín y San Gregorio Magno).
Dedicó toda su vida al estudio de las Sagradas Escrituras y es el traductor de la Biblia del griego y el hebreo al latín, realizada a petición del papa Dámaso I a finales del siglo IV y conocida como la Vulgata (de vulgata editio), "edición para el pueblo".
Fue en el Concilio de Roma del año 382, cuando el papa Dámaso I expidió un decreto conocido como «Decreto de Dámaso», que contenía una lista de los libros canónicos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Le pidió a San Jerónimo utilizar este canon y realizar una nueva traducción de la Biblia que incluyera un Antiguo Testamento de 46 libros, los cuales estaban todos en la Septuaginta, y el Nuevo Testamento con sus 27 libros. Hasta la promulgación de la Neovulgata, en 1979, ha sido el texto bíblico oficial de la Iglesia Católica Romana.
En su honor se celebra, cada 30 de septiembre, el Día Internacional de la Traducción.
En la fachada, San Jerónimo, se representa tocado con el capelo cardenalicio y sentado en una amplia cátedra, con un león a sus pies en actitud mansa. Sobre la repisa una calavera con un crucificado encima, elementos tradicionales que acompañan al santo cuando se le representa como anacoreta y no como Padre de la Iglesia, por lo que se entiende como una combinación de elementos que refuerzan el contenido simbólico de la imagen.
El motivo por el cual se le representa con un león es porque, al parecer, cuando se encontraba meditando a las orillas del río Jordán, vio que un león se le acercaba con una pata atravesada por una enorme espina. San Jerónimo auxilió a la fiera y le curó la pata. El animal, agradecido, no quiso separarse jamás del santo. Cuando murió San Jerónimo, el león se echó sobre su tumba y se dejó morir de hambre. Aunque esta es una leyenda atribuida por error, pues en realidad fue a San Gerásimo a quien le sucedió y por el parecido en los nombres indujo al error.
Pero el hecho más llamativo, en esta fachada, es que se le represente con lentes, un trabajo admirable en granito, seguramente para reforzar esa imagen de erudito, enfrascado en los Textos Sagrados y dejándose la vista en ello. Aunque es un anacronismo, pues las lentes, más bien ya con formato de gafas, no fueron inventadas hasta el siglo XIII por Roger Bacon, siglos después de la muerte del santo.
Por cierto, Roger Bacon, fue un monje franciscano nacido en Ilchester (Reino Unido) en 1214. Estudió en Oxford y fue doctor en Teología en París, además fue físico, filósofo y alquimista. Le llamaban Doctor Mirabilis (Doctor Admirable) por sus inmensos conocimientos en las más variadas materias. Falleció en 1294, en Oxford, a los 80 años de edad, lo que contribuyó a que ciertas leyendas sobre su vida asegurasen que algo tuvo que ver sus conocimientos alquímicos para lograr esa longevidad.
Los enfrentamientos con sus superiores al pedir que se agregase el aprendizaje obligatorio de las lenguas originales en que fueron escritas las Sagradas Escrituras, para evitar malas traducciones, sus afirmaciones de que los religiosos eran ignorantes e incultos, al mismo tiempo que los acusaba de poco honestos por no llevar una vida más humilde y su defensa por el estudio de las ciencias, incluyendo en ellas la alquimia y la astrología, le granjearon la enemistad con sus superiores por las que pasó gran parte de su vida encerrado.
Se dice que fue el inventor de varios autómatas e incluso hay quienes le consideran el autor del enigmático Documento (manuscrito) Voynich.
Umberto Eco se inspiró en él para crear el personaje de su novela "El nombre de la Rosa", Guillermo de Baskerville, que posteriormente interpretó en el cine el actor Sean Connery.