Beatriz Suárez-Vence Castro
Duelo de egos
En la manera de ganar y sobre todo en la manera de perder, se conoce a las personas. Tras las elecciones generales, oyendo a nuestra clase política que cada vez es menos política y tiene menos clase, ningún partido ha perdido. A pesar del batacazo mayúsculo que se han pegado PP, PSOE, IU y Cs y de no haber alcanzado tampoco Podemos la cifra de voto con la que soñaba.
Han perdido todos porque aunque parezca que los votantes han pintado un panorama ingobernable, lo que han hecho es castigar por el espectáculo bochornoso de insultos y falta de ideas y explicaciones que ha sido la campaña electoral.
Como nadie ha perdido, según ellos, todos se merecen gobernar. Asistimos a un duelo de egos para ver quién puede finalmente imponer su criterio. El interés general de España se lo pasan por el arco del clamoroso triunfo que todos creen haber conseguido. Es cierto también que, por primera vez, se cuestiona ese interés general que ya no es el mismo para todos. Cataluña presiona hacia la autodeterminación a la que Podemos abre una vía con la exigencia de Referéndum, y el resto de las fuerzas políticas no quieren ceder ante lo que consideran un chantaje de Estado.
Otro dato importante es que el PP sigue siendo la formación más votada. Obviar eso sería traicionar el voto de la mayoría, le pese a quien le pese.
Si se quiere dar un giro a la izquierda, Podemos necesita apoyos y Cs y PSOE no se lo van a dar mientras mantenga la exigencia de Referéndum en Cataluña.
A mi entender, lo que se debería preguntar primero en Cataluña es si ellos ,los catalanes, están de acuerdo con la celebración de un Referéndum. Pero que sean ellos quienes lo pidan. No Artur Más ni Pablo Iglesias. Ellos, el pueblo. Y si ellos lo están, que se celebre.
No es que me haga mucha gracia pero no se trata de mí. Soy consciente de que si se celebra un referéndum catalán se abre una puerta por la que intentarán salir también País Vasco y seguramente Galicia, pero igual los partidarios de la separación se llevan una sorpresa. O me la llevo yo.
De cualquier modo, aquí sobra el yo, porque la democracia es eso: sacrificar el yo por un nosotros o un ellos. Acatar lo que diga la mayoría. Tanto para establecer gobierno como para decidir seguir perteneciendo o no a un país. Y salga lo que salga, saber perder.