Rodrigo Cota
Españolizando
Dice el ministro Wert, que lo es de educación, que quiere "españolizar a los niños catalanes". Allá él. No es cuestión de entrar a saco, aquí y ahora, en discusiones identitarias ni cosas de esas, pero no es bueno "españolizar" a nadie, y menos anunciarlo como un castigo.
La cultura gallega, como su historia ha venido siendo españolizada desde hace siglos. La constatación de este hecho no debe molestar a nadie. Estamos viendo la serie "Isabel" que emite TVE y basada en la vida de la reina Católica. No es que pidamos que la dramatización de esa época se centre en Galicia, pero no es mucho esperar que cuando se trata la guerra entre Enrique IV y su hermano Alfonso se haga una simple mención a los irmandiños que en ese periodo provocaron en Galicia la destrucción de entre 130 y 200 castillos y fortalezas (según la fuente), hecho íntimamente ligado al reinado de Enrique IV y a la disputa por el trono que mantuvo con su hermano. Casi bastaba que un personaje cualquiera, un cortesano, digo yo, se acercara al rey: "Señor, el reino de Galicia anda revuelto. Están cayendo muchas fortalezas". Con un diálogo de dos segundos hubiera bastado. No es mucho pedir, si a fin de cuentas se celebraban más batallas durante dos meses en Galicia que en tres años en Castilla y León juntas.
Tampoco se pide que se haga mención a uno sólo de los importantes miembros de la nobleza gallega que estaban en ambos bandos, ni siquiera que se deje caer que el apellido Trastámara que llevaban Enrique IV, Isabel la Católica, Fernando el Católico y Alfonso de Castilla, tiene origen en Galicia. A fin de cuentas, estamos acostumbrados a que Galicia sea extirpada de los libros, no nos sorprenderá ahora que nos saquen de la recreación histórica.
No pasará nada, digo, si nuestros niños se "españolizan" un poco menos y algún día llegan a saber que en Galicia se formó el primer reino medieval de Europa y que un rey suevo de Galicia fue el primer rey cristiano en acuñar moneda. No veo que eso pueda molestar a nadie. El exceso de españolización de nuestros niños viene durando tantos siglos que uno hasta puede llegar a sentirse agraviado.